- ¿Quien te da Lengua? - No sé, uno joven. Nos distinguen así, por la edad. Y también en esto tienen razón. Me da por pensar que el tiempo hace en nuestro ser de docentes un trabajo similar al del sol con la tierra. En nuestra vida y en nuestro trabajo, las zonas que antes estaban oscurecidas de repente se iluminan. Las que estaban a oscuras en la juventud, en la edad adulta se alumbran, y al revés. Ni los mayores manejaremos el ratón como lo hacen los jóveves digitales ni estos serán capaces de ver en los ojos de un chaval lo que vemos los veteranos. Y no habrá clase sin ratones, ya no. Pero tampoco sin maestros que vean profundo. El asunto entonces es ver cuales son las zonas iluminadas en cada momento, y trabajar en ellas para el mayor bien de nuestros alumnos. Y nuestro.
(o proponer sin tregua camelias sobre musgo)