David Gaspar, @davidovichdavid en twitter, vino a León desde Zaragoza para llevarnos de viaje al interior de nosotros mismos. No teníamos ni idea de por dónde se iba, porque la mayoría de nosotros no habíamos ido nunca. Nadie saca tiempo para esos viajes cuando tiene tanto que hacer. Cuidó el silencio. Moduló la voz, ahora más alto, ahora bajito, ahora susurrando. Acompañó las palabras con el movimiento de sus manos, y como sabía que todos nos vamos detrás de las personas que cuentan historias, nos contó un cuento de Eduardo Galeano (¿por qué Eduardo Galeano no es de lectura habitual en la escuela? ¿puede un maestro ser maestro y no ser sensible? ¿puede un maestro sensible no leer a Galeano? -perdonad la digresión, son preguntas que me hago...). Decía Galeano que a la voz humana, cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por dónde sea. Porque todos, toditos, ten...
(o proponer sin tregua camelias sobre musgo)