Ir al contenido principal

educación y belleza


A mí me cuesta ver la belleza de las cosas. Se me va más la vista a los sitios asquerosos, donde abunda la miseria humana. En uno de esos lugares ví una vez a una persona mayor cuidando con emoción de una planta. Y me acordé de ella al terminar de leer La elegancia del erizo (M. Barbery)

Renée, la portera del número 7 de la calle Grenelle de Paris, dice que educar es proponer sin descanso camelias sobre musgo.

Y yo, que encima del musgo lo único que he puesto en mi birria vida es el cagané del Belén en Navidad, imagino que me dice que educar es crear belleza. Sacar el caballo, o el burro (¿quien ha dicho que es más bonito un caballo que un burro?) que estaba escondido en el bloque de piedra

Comentarios

  1. Yo dije lo de que los alumnos pueden sacarte "el burro" que llevamos dentro los profesores en un anterior comentario; pero no me refería a que fuera menos bello que un caballo,era literal y ya se aclaraba a que me refería.

    Platero es bien bonito y los que tiene Maite L. en el caserio son preciosos; además ahora, algunos son especies protegidas y cuando no los usan "a lo burro" sin matarlos a trabajar y los cepillan, están chulísimos.

    Se podía haber puesto cualquier animal dentro de la piedra, cada uno tiene su gracia. Será que a mí me gustan mucho los animales. Aunque parece que históricamente un caballo tiene adjudicada cierta dignidad; también podía haber sido un ornitorrinco, que a mi modo de ver lo que tiene más feo es el nombre.

    ¡Y bien claro tienes como profesor que educar es crear belleza y los alumnos bien que lo aprecian!: esperan expectantes lo que les vas a proyectar cada día desde el ordenador, dispuestos a realizar los atractivos trabajos que les propones, disfrutan con las posibilidades de participar con sus opiniones mientras les escuchas con atención, ¿quién más que tú les pone música relajante mientras piensan? y siempre a la última con la noticia todavía caliente recién escrita del periódico.

    Seguro que pones el cagané en el Belén, pero no es eso sólo lo que colocas sobre el musgo...

    Sofía.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La era que vivimos.

Que el tiempo humano se mide en rachas, y no en años, es una evidencia. Pese a ello, muchas personas -en realidad, casi todas-, celebran el comienzo de año nuevo como si se abriera una etapa nueva en su vida, o en la de los demás. Algunos profesores y algunas profesoras, y también directores y directoras, viven el tiempo como una repetición del ciclo septiembre-junio. Siempre igual, siempre lo mismo. Vete tú a hablarles de previsión, y de planes. Yo quiero ser fiel a la realidad, y mido mi vida en rachas. Pese a ello, en cada Nochevieja tomo las uvas y beso a los míos, porque los quiero, y los veo felices.  La racha en la que estoy empezó con la pandemia, en 2020, y no es la mejor de las que he vivido. En realidad, más que una racha, tengo la sensación de estar viviendo una era. No veo su final. Pero estar, está.

En Burgos, Saldaña. ¿Dónde mejor?

¿Os imagináis un Colegio desde el que, con el paisaje de fondo de las torres de la Catedral, enseñen a los niños a vivir y a convivir y a disfrutar aprendiendo, con vocación y profesionalidad de las de enmarcar? Pues eso es el Colegio La Visitación de Nuestra Señora. El Colegio "Saldaña" de toda la vida. En Burgos, claro. El pasado miércoles iba yo hasta allá con la idea de aprovechar la visita para comer unas morcillitas en la capital gastronómica española 2013, y me encontré con cuarenta y tantos profesores empeñados, desde el primer día de clase del año nuevo, en ser mejores profesionales cada día, haciendo de cada alumno el centro de sus preocupaciones. Y con un Equipo Directivo que para sí quisiera el BBVA. Volví a mi casa con las pilas cargadas de ilusión, y con ganas de volver. Por las morcillas, también. Pero sobre todo, por ellos.

Nadie se va a reir

Decía Milan Kundera que la ironía es una forma de conocimiento tan útil como la ciencia. Pero la lectura es este libro de Juan Soto Ivars me ha obligado a darle una vuelta a este asunto, y a pensar en cómo uso la ironía, porque, como dice el autor, la gente no tiene tiempo para pensar en los dobles sentidos ni para valorar contextos. De cuanto he subrayado, me quedo pensando en que la provocación es una de las pocas armas de los que no tienen nada. Y si además la usan con inteligencia, añado, es un arma muy potente. Hago mía la intención de ser un poco más somarda, aunque no sea aragonés, y seguir cuestionando la solemnidad desde la planta baja de la vida, que es donde vivo. Me reafirmo en que a internet no se va a saber más, sino a saber menos, aunque de más cosas, y para tener razón, aunque sea sin razonar. Que la profundidad del conocimiento se busca en los libros, frase a frase, página a página. Y, lo más importante, que tantas y tantas veces, el cachondeo esconde melancolía.