Programa, programa, programa. No sé a qué político se lo escuché. Me parece que lo podía haber suscrito uno de derechas y uno de izquierdas. Un nacionalista de aquí o uno de allí. A veces nos complicamos la existencia. Y entonces hay que volver al programa. A leer la misión, la visión y los valores de la escuela en la que enseñas y aprendes. A leer el Manifiesto Comunista si militas en el PC. Y al Evangelio los cristianos que trabajamos en la escuela cristiana. Leer el programa conecta con la intuición primera y nos ayuda a descubrir qué simple es todo, en contraste con lo complicado que parece el día a día. Jesús tenía un programa, y estoy seguro que se lo iba entregando a los discípulos que se añadían al grupo como nosotros a los alumnos el primer día de clase. A pesar de que cuando se le ocurrió anunciarlo en el pueblo de sus padres por poco lo corren a boinazos. Subversión pura, en tres objetivos: primero, dar la buena noticia a los pobres, segundo, anunciar la libertad a los cauti...
(o proponer sin tregua camelias sobre musgo)