Nuestra cultura tiende más a olvidar que a aprender. Y en verano, más. Yo os recuerdo, por si acaso. 28 de junio, Aeropuerto Atatürk, Estanbul, 41 muertos y 239 heridos en un atentado suicida. 3 de julio, Karrada, Bagdad, 120 muertos chiíes y 130 heridos a manos del ISIS. 14 de julio, Paseo de los Ingleses, en Niza, 84 muertos, entre ellos, 10 niños, y 50 personas heridas, entre la vida y la muerte, a manos de un lobo solitario del ISIS a los mandos de un camión, con el que atropelló a la multitud que llenaba el paseo contemplando los fuegos artificiales. Llevaba un año preparando el atentado. 15 de julio, Turquía; 161 muertos, 47 de ellos civiles, y 1440 heridos, en el intento de golpe de estado. En la semana siguiente, Erdogan destituye o arresta a 20.000 profesores, policías, jueces, fiscales y militares, y suspende la aplicación del Convenio de Derechos Humanos de Ginebra. Al cabo de tres semanas, ya habla de pena de muerte delante de millones de seguidores enfervorecidos...
(o proponer sin tregua camelias sobre musgo)