Muchas veces un grupo se asocia a un número. Están los cuatro jinetes del apocalipsis, los trescientos guerreros espartanos, los cien mil hijos de San Luis, y desde anteayer, los cien idiotas de Beasain, nombre por el que se conoce a una cuadrilla de jóvenes, uno de ellos concejal de la localidad, que se pasaron de vinos, o de cervezas, o de porros, o de todo, y organizaron un festejo en medio del confinamiento, sin abandonar su actitud hasta que no apareció la policía, momento en el cual se dispersaron, pies para qué os quiero. En una declaración publicada en el medio local 'Goierriko hitza', jóvenes participantes en la cita señalan que sienten lo acontecido y asumen toda la responsabilidad por los hechos, pidiendo "que no se culpe a sus padres". ¿A sus padres...? ¿Y a la educación que recibieron? ¿Y a la escuela en la que estudiaron? Ahora pides perdón enseguida, le echas la culpa al alcohol y viva la madre que me parió y la Ikastola en la que estudié. Ni ha...
(o proponer sin tregua camelias sobre musgo)