Cuando un grupo de profesores, y sus directores, cuidan la acogida a las personas que los visitan, multiplican por dos el bien que hacen a los niños a los que educan.
Cuando te acercas a San Vicente de Paúl, en Laredo, siempre pasa lo mismo. Que te encuentras la tortilla calentita, el café inundándolo todo con su olor, y dos docenas de sonrisas aunque sean las cinco de la tarde y los peques les hayan dejado para el arrastre.
Es lo que tiene el entusiasmo.
Cuando te acercas a San Vicente de Paúl, en Laredo, siempre pasa lo mismo. Que te encuentras la tortilla calentita, el café inundándolo todo con su olor, y dos docenas de sonrisas aunque sean las cinco de la tarde y los peques les hayan dejado para el arrastre.
Es lo que tiene el entusiasmo.
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