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Laredo

Cuando un grupo de profesores, y sus directores, cuidan la acogida a las personas que los visitan, multiplican por dos el bien que hacen a los niños a los que educan.

Cuando te acercas a San Vicente de Paúl, en Laredo, siempre pasa lo mismo. Que te encuentras la tortilla calentita, el café inundándolo todo con su olor, y dos docenas de sonrisas aunque sean las cinco de la tarde y los peques les hayan dejado para el arrastre.

Es lo que tiene el entusiasmo.

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La era que vivimos.

Que el tiempo humano se mide en rachas, y no en años, es una evidencia. Pese a ello, muchas personas -en realidad, casi todas-, celebran el comienzo de año nuevo como si se abriera una etapa nueva en su vida, o en la de los demás. Algunos profesores y algunas profesoras, y también directores y directoras, viven el tiempo como una repetición del ciclo septiembre-junio. Siempre igual, siempre lo mismo. Vete tú a hablarles de previsión, y de planes. Yo quiero ser fiel a la realidad, y mido mi vida en rachas. Pese a ello, en cada Nochevieja tomo las uvas y beso a los míos, porque los quiero, y los veo felices.  La racha en la que estoy empezó con la pandemia, en 2020, y no es la mejor de las que he vivido. En realidad, más que una racha, tengo la sensación de estar viviendo una era. No veo su final. Pero estar, está.

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