Era domingo por la mañana en El Salvador y domingo por la tarde en España. Abril de 1985. El Athletic se jugaba el campeonato de Liga en Mestalla. A miles de kilómetros de allí, el ejército salvadoreño y la guerrilla luchaban en las calles de San Salvador. Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino, salvadoreños de Portugalete y de Bilbao, respectivamente, estaban escondidos en la Universidad. Ignacio se acercó a Jon para preguntarle cómo iban las cosas. Y este, que estaba escuchando Carrusel Deportivo, le contestó: ya llueve menos. Acaba de marcar Noriega
No son como aquellas, pero nuestra tarea de profesores y profesoras se desempeña también en un espacio de tensiones variadas. Ser competentes para aliviar esa tensión se hace cada vez más necesario en la escuela. No hay para ello herramienta más poderosa que el sentido del humor, que tiene tanto de ternura, y de mirada indulgente a la realidad. Que parte del reconocimiento de que los seres humanos tenemos limitaciones, y que prescinde de la amargura, que es prima hermana de la depresión.
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