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Mostrando entradas de agosto, 2020

Cuando crees que lo tienes todo previsto y luego pasa otra cosa

En junio, cuando las Consejerías de Educación se pusieron a elaborar protocolos y planes de inicio, parecía que tenerlo todo reglado iba a evitar contagios: 1,5 m., mascarilla, higiene de manos, toser con tino, marcas en el patio, no tocar la flauta y entrar y salir ordenados. No repararon en que muchas de nuestras escuelas tienen pasillos estrechísimos, patios pequeños, mil recovecos que los alumnos aprovechan para esconderse, pero nada parecía importar en aquel junio feliz de la desescalada veloz.   Así, con un protocolo de treinta páginas copiado al colegio de enfrente, un poco de orden y mucha vigilancia, todos los alumnos podrían completar cada día el horario de manera presencial, e irse a sus casas con la doble satisfacción de haber aprendido lo que tocaba y de haber esquivado el virus.   Solo hace mes y medio, pero eran otros tiempos. Aquel fin de curso que inauguraba la nueva normalidad, preñado de sueños de un verano dichoso y un otoño venturoso.   Y ahora, nada. A

Instrucciones

Cada año, en junio, las Consejerías dan instrucciones a los colegios para que organicen el curso siguiente. Son de obligado cumplimiento. Los Equipos Directivos las esperan como si fueran la piedra angular del edificio de la escuela.   Este año ha sido diferente. Algunas instrucciones no han llegado hasta agosto porque, como nadie sabe qué va a pasar en el curso que comienza en unas semanas, los Consejeros no sabían qué escribir.   Las instrucciones repiten las mismas cosas un año tras otro. Las de este año, no. Hablan de cómo se tose, de desinfección, de dividir el patio en secciones y de que el hecho educativo debe darse en un aula, que viene mediado por una mesa de uso individual, y con todos los alumnos mirando al frente, donde estará el profesor, con mascarilla. Nada de grupos ni de experimentos raros. La innovación, cuando haya vacuna, vienen a decir.   ¿No es al revés?