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Mostrando entradas de octubre, 2010

Uno con clase

Yo cambiaría la expresión: un maestro no es uno de que da clase, sino uno con clase. Manuel Vicent escribía hace unos meses un artículo precioso en El País en el que explicaba lo que es una persona con clase. Me lo estudié de memoria. Decía que la clase es esa secreta seducción (ya he dicho un montón de veces que le falta seducción a la escuela) que emiten algunas personas a través de su forma natural de ser y de estar. La clase le nace a uno de su belleza moral, que desde el interior determina todo lo que hace, haciendo que cumpla con su deber por ser su deber, sin darle más importancia. A las personas con clase las percibimos en un discreto segundo plano, siempre pendientes de los demás, alejados de las formas agresivas, como si la educación se la hubiera dado el aire que respiran. Y encima les sienta bien la ropa.

La cigüeña

Llevo un tiempo ocupado en intentar encontrar el sentido de mis pasos. Y leo cosas que me ayuden en la tarea. Una de ellas me llevó al lugar alque siempre llego: los maestros, el aula. Ya dije una vez que un profesor tiene que ser, necesariamente, un narrador, porque las personas necesitamos escuchar historias. Pues leí que había un hombre que vivía en una casa, junto a un estanque. Una noche le despierta un gran ruido y se interna en la oscuridad para encontrar su causa. Va en una dirección, en otra, y tras pasar por numerosas vicisitudes termina por perderse. Se cae en una zanja, camina por un terreno pedregoso, tiene que levantar un dique porque el estanque se ha roto y se escapan los peces, y por fin, agotado, regresa a su casa. Pero cuando a la mañana siguiente mira a través de su ventana, ¿qué es lo que ve? Que el rastro que ha ido dejando en ese peregrinar sin retorno ha trazado en la arena el pefil nítido y exacto de una cigüeña. Eso es contar un cuento, hacer ver esa cigüeña i