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Mostrando entradas de agosto, 2023

Ya no hay caníbales.

Daniel Innerarity dice con precisión lo que otro pensamos con difusión: nadie es de nadie .   Así que los hijos tampoco son de sus padres. Que ser padre o madre es más fuente de preocupaciones que de alegrías, sobre todo si se tienen en cuenta, uno a uno, los veinte primeros años de la vida del hijo, es una obviedad, y por lo tanto no merece mayor comentario. Que ser padre es más fuente de obligaciones que de derechos no es una obviedad, y merece un comentario. Y más desde que Vox, al llegar a las instituciones, pone sobre la mesa el veto parental.  En mi opinión, y en relación a la escuela, son dos las obligaciones de los padres: llevar a los hijos y dejar hacer a los maestros.  En la escuela aprenderán a leer. Dice Gregorio Luri que leer es la primera destreza que debería enseñar la escuela. Y además de las letras, las palabras, las frases y sus contextos, los maestros les enseñarán también a leer la vida, para que los niños y las niñas transiten de su casa, que es una cosa, al mundo

Con las palabras todo cuidado es poco (Saramago). Después de releer "Las intermitencias de la muerte" y "Ensayo sobre la lucidez".

Yo soy de los que decía Saramago (Ensayo sobre la lucidez, 2004) que se han cansado de las palabras.  Porque como mudan de opinión como las personas, porque al ser inestables como sombras, sombras ellas mismas  (Las intermitencias de la muerte, 2005), hoy significan una cosa y mañana otra distinta y pasado lo contrario. Y no sé si confiar o salir huyendo. A lo mejor me he cansado de las palabras porque os veo hablar, y hablar, y siento que cuanto más hablais menos valen vuestras palabras. Que de tanto juntar las relevantes con las irrelevantes, las livianas con las pesadas, las que crean con las que matan, las que son con las que quieren ser, termino por no saber cuál es cuál.  Y sigo sin saber si confiar o salir huyendo.

Contra el pedagogismo

Lo mejor de la entrada de la innovación en la escuela es que los maestros descubrimos que las cosas se pueden hacer mejor, y no igual que siempre. Lo peor, que muchos acabamos pensando que todo lo nuevo es bueno, y que lo anterior es malo. Estábamos perdiendo el equilibrio y tocaba recolocarse. Este ensayo de Alberto Royo ayuda a recuperar el equilibrio.  Nos recuerda que la escuela está para enseñar y que a la escuela se va a aprender: " el profesor ha de servir al conocimiento, y ser la vía de transmisión hacia el alumno ".  Dos cosas que se nos estaban olvidando, de tanto poner la felicidad en el apartado de los objetivos de la escuela, y de tanto subrayar que al maestro le toca sacar (de no se sabe qué parte de los alumnos lo que estos ya sabían pero no sabían que sabían) y no meter (en ellos, el conocimiento que no tenían). ¿Que cuánto tiene que saber un maestro? Mucho. ¿Que como tiene que transmitirlo? Muy bien. Usando la metodología que mejor se adapta a cada momento.