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Mostrando entradas de 2020

Aprender o no aprender, esa es la cuestión

Entre los que desde marzo han sabido en cada momento qué es lo que había que hacer y lo que no había que hacer hay algunos profesores y profesoras. Entre quienes menos van aprender de lo que han vivido en 2020 están los que tienen todo claro y se dedican a dar lecciones. También aquellos que las dictan en las salas de profesores. "Aprender o no aprender, esa es la cuestión", decía Niklas Luhman. Nos lo cuenta el sociólogo navarro Daniel Innerarity en este libro (Galaxia Gutemberg, Barcelona 2020).    Y si esa, la de aprender o no aprender, es la cuestión para todos, lo es más para los que dedican su vida a enseñar. Debemos reconocer que no conocemos el mundo que enseñamos en la escuela. Ni qué lo mueve, ni hacia dónde, ni cuando se producirá el siguiente movimiento. Por eso me hago eco de la propuesta de Innerarity (pag 142 del libro): ... aceptando por un momento el rol de adivinadores del porvenir que a los filósofos se nos asigna con demasiada frecuencia, propongo recomend

Innovando en 1901

Hace 119 años que Ferrer i Guàrdia fundó la Escuela Moderna en el 56 de la calle Bailén, en Barcelona.    Francesc Ferrer y Guàrdia era un pedagogo innovador , que murió asesinado, fusilado por las fuerzas del orden, en Montjüic, en 1909, acusado de participar en los sucesos de la Semana Trágica. En la Escuela Moderna mezclaba chicos con chicas, de una y otra clase social, y visitaba con ellos y con ellas las fábricas del cordón industrial de la ciudad, en un tiempo en que la escuela era totalmente otra cosa. Y por si eso fuera poco, animaba a los profesores a leer la prensa con los alumnos: “ Cada maestro ha de utilizar las noticias que, casi sin comentario, se dan en los diarios, ora un hombre fallecido por hambre, ora de otro aplastado por la caída de un andamio [...] Son innumerables los hechos que pueden servir de ejemplo para que los niños se convenzan bien de la realidad de las injusticias sociales ”.  Y todavía hoy hay profesores que entran en el colegio cada día sin leer e

La peste

Si hubiera trabajado como profesor de Secundaria durante el confinamiento, aunque fuera de Matemáticas, habría leído La peste con mis alumnos.     Eso si que hubiese sido innovador, ¿no creéis? Un profe de mate leyendo novelas...  Algún padre o algún Jefe de Estudios se rasgaría las vestiduras, pensando que los alumnos pierden nivel, que no se da el programa... Es posible. Y asumiría la reprimenda.  Pero a lo mejor, solo a lo mejor, hubiese ayudado a pensar en cómo conduce uno su vida en mitad de una pandemia. Particularmente, en esos momentos en los que, viendo luz al final del túnel, o sin verla, pero hartos de tanta oscuridad, se apuntan a celebrar lo que sea.   Así termina La peste: oyendo los gritos de alegría que subían de la ciudad, Rieux tenía presente que esta alegría está siempre amenazada. Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormi

El hijo de la barrendera

Estos son Pablo y sus colegas. En apariencia, un grupo de adolescentes como los demás. Pero las apariencias engañan, eso lo sabe todo el mundo. Pablo y sus colegas son la dignidad. Detrás de sus pendientes, sus sudaderas, sus capuchas y sus mascarillas de colores hay una educación de élite. De esa que se recibe, no en colegios de pago, sino en muchas casas obreras. En las que se enseña a los hijos lo que vale un peine, lo que es decente y lo que no, y por qué motivos hay ensuciarse las manos, o el expediente.   Estos chavales salieron el domingo en Logroño a la calle a barrer lo que otros habían roto por la noche. Pablo explicó muy bien el por qué porque Pablo sabe perfectamente qué le pedía la vida ese día y a esa hora. Hay que ser muy bien nacido y estar muy bien criado para plantarse delante de la prensa y decir mi madre es barrendera, y se desloma para traer un plato a casa. Y esto lo barremos nosotros, porque ya está bien. Y eso, un saber estar decente, digno, y no las buenas nota

Acontecimientos Jabulani

A los que no sois doctos en la materia esto os parecerá un balón. Pero los futboleros sabemos perfectamente que esto es un jabulani, el modelo que Adidas suministró para la disputa del Mundial de Sudáfrica, en 2010, y que luego no se ha vuelto a usar en ninguna otra competición.  ¿Por qué? Porque el jabulani respondía al golpeo describiendo caprichosos movimientos por el aire. De manera que los porteros de aquel campeonato encajaban goles diciendo que "no la habían visto venir". Se referían a la pelota.  Estos días de vuelta a la actividad de los colegios escucho a algunos directores decir que no veían venir la irresponsabilidad de algunas autoridades educativas, que andan dando instrucciones nuevas a cuatro días de abrir las puertas a los alumnos, cuando para percibirla solo había que leer el periódico, que es una cosa que en agosto se hace mientras desayunas en tu sitio de descansar. Tampoco veían venir las medidas de restricción de la movilidad, de la vuelta a Fase 1, o a

Cuando crees que lo tienes todo previsto y luego pasa otra cosa

En junio, cuando las Consejerías de Educación se pusieron a elaborar protocolos y planes de inicio, parecía que tenerlo todo reglado iba a evitar contagios: 1,5 m., mascarilla, higiene de manos, toser con tino, marcas en el patio, no tocar la flauta y entrar y salir ordenados. No repararon en que muchas de nuestras escuelas tienen pasillos estrechísimos, patios pequeños, mil recovecos que los alumnos aprovechan para esconderse, pero nada parecía importar en aquel junio feliz de la desescalada veloz.   Así, con un protocolo de treinta páginas copiado al colegio de enfrente, un poco de orden y mucha vigilancia, todos los alumnos podrían completar cada día el horario de manera presencial, e irse a sus casas con la doble satisfacción de haber aprendido lo que tocaba y de haber esquivado el virus.   Solo hace mes y medio, pero eran otros tiempos. Aquel fin de curso que inauguraba la nueva normalidad, preñado de sueños de un verano dichoso y un otoño venturoso.   Y ahora, nada. A

Instrucciones

Cada año, en junio, las Consejerías dan instrucciones a los colegios para que organicen el curso siguiente. Son de obligado cumplimiento. Los Equipos Directivos las esperan como si fueran la piedra angular del edificio de la escuela.   Este año ha sido diferente. Algunas instrucciones no han llegado hasta agosto porque, como nadie sabe qué va a pasar en el curso que comienza en unas semanas, los Consejeros no sabían qué escribir.   Las instrucciones repiten las mismas cosas un año tras otro. Las de este año, no. Hablan de cómo se tose, de desinfección, de dividir el patio en secciones y de que el hecho educativo debe darse en un aula, que viene mediado por una mesa de uso individual, y con todos los alumnos mirando al frente, donde estará el profesor, con mascarilla. Nada de grupos ni de experimentos raros. La innovación, cuando haya vacuna, vienen a decir.   ¿No es al revés?

Con una pandemia no es suficiente. La educación y la vergüenza.

Muchas veces un grupo se asocia a un número. Están los cuatro jinetes del apocalipsis, los trescientos guerreros espartanos, los cien mil hijos de San Luis, y desde anteayer, los cien idiotas de Beasain, nombre por el que se conoce a una cuadrilla de jóvenes, uno de ellos concejal de la localidad, que se pasaron de vinos, o de cervezas, o de porros, o de todo, y organizaron un festejo en medio del confinamiento, sin abandonar su actitud hasta que no apareció la policía, momento en el cual se dispersaron, pies para qué os quiero. En una declaración publicada en el medio local 'Goierriko hitza', jóvenes participantes en la cita señalan que sienten lo acontecido y asumen toda la responsabilidad por los hechos, pidiendo "que no se culpe a sus padres". ¿A sus padres...? ¿Y a la educación que recibieron? ¿Y a la escuela en la que estudiaron? Ahora pides perdón enseguida, le echas la culpa al alcohol y viva la madre que me parió y la Ikastola en la que estudié. Ni ha

Lo de después del humanismo.

Los nazis creían que la humanidad no es algo universal ni eterno. Que el ser humano puede evolucionar hacia el superhombre o degenerar en un subhumano. Quisieron impulsar lo primero, y eso les llevó a cometer atrocidades tan grandes que durante la segunda mitad del siglo XX a nadie se le ocurrió defender el uso de métodos biológicos para mejorar al ser humano. Pero ahora sí. Desde hace ya unos cuantos años, muchos contemplan ya la posibilidad de usar todo lo que la humanidad sabe de biología humana para crear superhumanos. Inquietante perspectiva. Harari, en Sapiens , se pregunta " cuánto tiempo más podremos mantener el muro que separa el departamento de biología de los departamentos de derecho y ciencia política ". Y yo me pregunto cuánto tiempo más podremos mantener el muro que separa, en las escuelas, los conocimientos de ciencias naturales de los de ciencias sociales. Los de Biología, los de Historia y los de Filosofía. Los de Química y los de Ética. Lo digo

¿Qué enseñaréis, cuando toque volver?

¿Enseñaréis el programa de Historia, de era en era, de imperio en imperio, de guerra en guerra, o invitaréis a pensar en qué nos ha traido hasta aquí, a este mundo off-shore, en el que los piratas informáticos y financieros campan a sus anchas riéndose de las leyes de los Estados y de los organismos internacionales y robando a jubilados y a trabajadores? ¿Enseñaréis el programa de Geografía o animaréis a pensar cómo es que, en un mundo sin alrededores, un virus viaja de un murciélago chino a una persona, y de ahí a otra y a otra..., hasta acabar matando a decenas de miles en Wuhan, y en Nueva York, y en Vallecas, y en Sant-Denis y encerrando a todos los seres humanos en casa durante semanas? ¿Enseñaréis Física o enseñaréis el mundo gaseoso en el que la evergadura de un problema - pongamos un rey que lleve 30 años riéndose de los ciudadanos - depende de la dimensión de la pandemia que lo contiene, o el mundo líquido supermercado de ideas donde uno coge y se pone las que

A vueltas con el sitio

Igual que en la familia, que entre los amigos, y que en el mundo, en general, cuando uno trabaja en la escuela, la primera pregunta a la que tiene que responder, y cada mañana, además, es cuál es mi sitio. El sitio es una cosa muy importante. Se pierde, muchas veces, por no estar a lo que hay que estar: - Perdone, yo estaba ahí. - Sí, pero ahora estoy yo. El virus nos ha ordenado. Cada uno está en un sitio, fácilmente localizable, gracias a Google. A lo mejor le gustaría estar en otro sitio, pero es lo que hay. A lo mejor nos gustaría que alguien estuviera en otro lado. Los vecinos cotillas, ventana adentro. Nuestra familia, con nosotros. Pero es lo que hay. Así que mejor ocupar este tiempo perdido entre la normalidad de ayer y la normalidad de mañana, en plantearse si el sitio que ocupábamos era el nuestro. Para volver y decirle al ocupante, si lo hay: - Si, pero este es mi asiento, lo puede usted comprobar. O para no volver más.

"No sé"

Reconocer la  ignorancia está en la base de la revolución científica. Gracias a eso el mundo ha cambiado en los últimos 500 años más de lo que cambió en los 10000 anteriores. "No sé". Esas son las palabras mágicas. Si a ellas les siguen estas otras: "y quiero saber", entonces se activa en las personas algo que les lleva a buscar. Y así crecemos. La cosa no tiene más misterio. Hay personas que se pasan toda la vida buscando, y aunque tienen la sensación de que no han encontrado lo que buscaban, en el buscar se han convertido en gigantes. Hay personas, en cambio, que creen que saben todo lo que tienen que saber. Diría más: hay personas que creen que lo saben todo. Igual que si hubiesen nacido hace 600 años. Y no buscan. Qué mal. ¿Y sabéis qué es lo peor? Que algunas de esas personas trabajan en la escuela.

Díme qué te preocupa.

Clasifico a los responsables de la educación de España en dos grupos, atendiendo a sus preocupaciones de Semana Santa, teniendo en la cabeza que los niños y niñas no podrán volver al Colegio en una buena temporada.Y teniendo en cuenta también que durante esta temporada muchos de ellos viven situaciones para las que no les preparó nadie, ni la escuela ni su padre. Las preocupaciones de algunos son: decidir el ritmo al que avanzar materia, no perder el curso, reforzar contenidos, evaluaciones objetivas, dar clase a distancia y qué parte del temario queda para el curso que viene. Las preocupaciones de otros son: que los alumnos y los profesores salgan con bien de la crísis del coronavirus. Que aprendan, unos y otros, de lo que nos ha tocado vivir. El confinamiento infinito (larguísimo = infinito) acabará con uno de esos dos grupos de preocupaciones. ¿Sabéis con cuál?

Otra normalidad a la que volver

La normalidad tiende a definirse en mi pais como el tiempo anterior a este en que vivimos confinados. En aquel tiempo normal había atascos tan grandes en las ciudades que, en ciertos días, solo se permitía circular a los coches que tenían matrículas pares, o impares. En aquel tiempo normal, medidas como las de subir el salario mínimo hasta novecientos y pico euros eran contestadas por algunos a los que no les salían las cuentas. En aquel tiempo normal, un partido racista y xenófobo podía contar sus seguidores por millones y  chulear de ideología. En aquel tiempo normal, algunas personas derramaban más lágrimas por la suspensión de las Fallas o la madrugá que por los muertos sin enterrar del mar cuya sal podía olerse desde sus calles. Normal. En ese tiempo normal una escuela normal desplegaba programas detallados en calendarios de 175 días por curso con seis horas de clase por día, con estándares de aprendizaje que se registraban minuciosamente y que determinaban la

¿Qué cosas puede hacer una persona que no puede hacer una tablet?

Llegado a este momento de la nueva era, con los profesores tomando aire y pensando en lo de después de vacaciones (¿vacaciones? ¿qué vacaciones?), creo que conviene recordar qué cosas puede hacer una persona que no puede hacer una pantalla, para no dar palos de ciego, y para saber en qué cosas merece la pena ocupar el tiempo delante de una pantalla, con ellos al otro lado. Lo hago copiando a Catherine L´Ecuyer, que lo dijo muy bien y muy clarito en la página 102 de su "Educar en la realidad", y me tomo la libertad de convertirlo en lista: 1. Abrazar. 2. Interpretar la realidad con la mirada. 3. Contar historias reales. 4. Contar historias ficticias. 5. Acoger. 6. Redimensionar un problema emocional. 7. Corregir un defecto con cariño. 8. Ayudar a descifrar cómo se siente uno. 9. Recordar un acontecimiento entrañable. 10. Desaprobar. 11. Prestar atención. 12. Ayudar a identificar las limitaciones o las fuerzas. La lista no es cerrada, así que os animo a com

Avanzar, ¿qué?

Veo al Consejo Escolar del Estado, a la señora Ministra de Educación y a los señores y señoras Consejeros de Educación de las Comunidades Autónomas muy centrados en que todo siga igual aunque nada esté en su sitio. Veo a muchos Directores y Directoras pendientes de sus Instrucciones, en particular en lo que se refiere al programa, a la evaluación y a la promoción de curso. Y luego llega el sábado y veo, como cada sábado, que el Presidente Sánchez nos dice que vivimos el mayor reto como sociedad al que nunca nos hemos enfrentado, que nos toca vivir como nunca hemos vivido. Nos habla de héroes y de victoria. Todo el país pegado a la pantalla a ver si dice cuándo acaba esto..., y nos dice que la batalla será larga y que quedan días muy duros por venir. Y apela a la responsabilidad individual, porque este virus lo paramos entre todos y entre todos estás tú. Lo que dice me cuadra, porque tengo oídos para oir y ojos para ver. Que lo que nos rodea es lo más extraordinatrio que hemos viv

El tiempo, el implacable

Día quince de confinamiento. Supongamos, maestros, por un momento, que os dejan trabajar. Que no os piden que, desde vuestra casa, con vuestro ordenador, y vuestra wifi, y vuestro hijo colgado de una oreja, sigáis con el programa, o cerréis la evaluación. Que no os piden que hagáis como si no hubiese miedo, ni claustrofobia, ni estrés, ni angustia, ni gritos en casa, y sigáis con las divisiones por dos cifras. Que no os piden que os olvidéis de que los chavales llevan quince días sin chutar un balón ni echar una carrera, y sigáis con las ecuaciones, para que no pierdan el ritmo o para que no pierdan el curso. Supongamos que os dejan enseñar, y entonces, ¿qué mundo enseñáis? ¿El de hace dos semanas o el de ahora? ¿El que acaba en los 70 metros cuadrados de su casa o el que no tiene confines ni confinamientos? ¿El que se ve desde el balcón de casa o el que se ve desde la ventana que abren vuestras palabras, vuestros cuentos o vuestras canciones?  ¿El de la gente entregada a

Eso que necesitamos

Algunas personas dicen que después de la tempestad viene la calma. Otras, que es al revés, que es la calma la que precede a la tempestad. Y yo no sé dónde estamos ahora. Si en la calma, que nunca viví en un silencio así. Si en la tempestad, que nunca oí un zumbido igual de idiotas y de rencorosos, sacando la cabeza en las redes y en las teles detrás del virus. Óscar, mi compañero en el departamento de Sociales, era de los que pensaban que la calma era un mal presagio: - Qué bonito día hace hoy, le decía yo cuando entraba al despacho a las ocho de la mañana. - Sí, ya verás qué pronto entra uno por esta puerta y lo jode. En cualquier caso, esas dos maneras de referirse a las cosas buenas o malas que nos pasan apuntan a la sucesión cronológica, ahora lo bueno, luego lo malo. Para mí, las cosas nunca han sido así. Y ahora, menos. Mis días se parecen más a la lluvia en días de sol . Lo bueno y lo malo, todo junto. Aplausos e insultos, aplausos y tensión, aplausos y lágrima

Estado de alarma, cuarto día

Tengo para mí que la escuela tiene tres compromisos. Uno, con la belleza. Otro, con la bondad. Y otro, con la verdad. Empezaré por la belleza. Es nombrarla y acordarme de Ana, que pasa estos días sola, encerrada en su piso de Tarragona, y jugando al veo, veo, con sus vecinos. Ana, como si fuera una escuela, también tiene un compromiso con la belleza. Ella, que es más bella por dentro que por fuera (que ya es decir), lleva desde los ocho años imaginando belle za, creándola, y mostrándola a quien quiera verla desde el agua de la piscina. Su compromiso con la belleza le ha llevado a reproducirla en las sonrisas, en los cuerpos y hasta en las almas de las niñas a las que entrena. Y en esta misión, Ana se ha convertido en una escuela andante, o nadante, o como se diga. Cada noche de aislamiento comparto música con ella, a ver si se me pega algo de su belleza. Y ayer le decía que una humanidad que ha sido capaz de crear composiciones tan bellas como esta de Pau Casals ( el cant

Estado de alarma, tercer día

Tercer día de aislamiento social, y sigo pensando en los profesores. Nos las dábamos de expertos en vivir en lo incierto. Veréis. La Ley que regula lo que hacemos no está clara, porque cambia cada poco tiempo (¿con dos se repite, o eso era antes?). El programa parece que está claro, aunque lo que no está claro es si podrás darlo (lo normal es que no). La lista de alumnos está clara, de Antúnez a Zamorano, del 1 al 25. Pero lo que no está claro es que estén ahí, en clase, porq ue aunque los veamos a todos, pueden que estén en Instagram, o en cualquier otro mundo paralelo a este. Y el horario está claro (los colegios son expertos en cuadrar horarios increibles), pero cada hora encierra una sorpresa, no siempre de las buenas. Nos las dábamos de expertos, pero la incertidumbre se nos ha aparecido estos días más densa, más poderosa y más viscosa de lo que nunca creímos que fuera, y más gris de lo que nunca imaginamos. Vivimos estos días, literalmente, como cantaba Raimon , c

Estado de alarma, segundo día

Segundo dia de aislamiento. Todo él pensando en los profes. Con los alumnos, al otro lado del ordenador, intentando que todo funcione, y con el riesgo, tan evidente, de que no funcionase nada. Que si la wifi, que si la clave, que si la contraseña… Queriendo explicar la Generación del 27, a dividir por dos cifras, el present continuous, cómo funciona el aparato digestivo o cómo es una célula… ¿No estaremos yendo en dirección contraria? ¿No es mejor aparcar el programa y pregun tarles cómo están? ¿No es mejor que pregunten sin parar? ¿No es mejor enseñarles a entender este mundo redondo, sin alrededores, donde una enfermedad empieza en China y acaba en Gijón, en Los Ángeles, en Vigo, y en Irun? ¿No es mejor enseñarles a protegerse de un virus? ¿No es mejor que aprendan a cuidar a sus mayores? ¿O a hacerse la cama? ¿O a cocinar unos raviolis? ¿No es mejor enseñarles formas de controlar la angustia, el estar encerrados? ¿No es mejor enseñarles a interpretar los signos de los

La verdad de las cosas

Cada vez que digo que la escuela tiene que enseñar a buscar la verdad me acuerdo de aquel profesor de Historia que, lo mismo que Pilatos a Jesús a las puertas del suplicio, me preguntó qué era la verdad. He leído de un tirón "Ensayo general de una revuelta", de Francesc-Marc Álvaro. Entre otras cosas, porque sigo intrigado con lo que pasó en Barcelona, entre el Parc de la Ciutadella y la Plaza Sant Jaume en octubre de 2017. Porque quiero saber por qué se declaró la República y no se arrió la bandera de España del Palau de la Generalitat. Igual que si fuera profesor de Historia y trabajara en Barcelona. Como me interesaban los hechos, acumulaba información, y demasiada información, dice el autor, acaba ocultando la verdad. Sostiene Álvaro que la versión más próxima a los hechos que hoy tenemos es la que proporcionó Xavier Melero, abogado de Joaquim Forn, en su informe de conclusiones en el Tribunal Supremo, el 12 de junio de 2019. Sostiene que, para entender el pr

¿Os acordáis de Abraham?

Abraham era un señor que decía que sí sin preguntar para qué, y por eso Dios lo eligió para iniciar la Historia de la Salvación. Dios le dijo que se fuera de su casa con todo lo que tenía, ofreciéndole como contrapartida una descendencia más numerosa que las estrellas que veía en el cielo. Tenía 75 años, y lo de la descendencia era como para hacerle dudar a uno de la credibilidad del interlocutor, por mucho Dios que fuera. Pero dijo que sí. Eran otros tiempos. Hoy mis hijos no van ni a por el pan sin preguntar por qué, para qué, o qué tal si hoy comemos sin pan. Seguramente, si Dios decidiera empezar hoy la historia de la salvación, la empezaría distinto. Y si quisiera empezarla igual, no nos elegiría a ninguno de nosotros. Porque la pregunta hoy es para qué. Y como dice Catherine LÉcuyer, en educación, más. A la pregunta por el cómo llevamos años respondiendo de la misma manera. ¿Qe cómo?: distinto. Porque los alumnos ya no son como los de antes, porque todo ha

Chorrudeces y tufihuelas

He terminado de leer "Los asquerosos", la estupenda novela de Santiago Lorenzo. Siempre que hablo con profesores de competencia comunicativa y de habilidades conversacionales, les pido que, cuando hablen con los padres, y con los alumnos, y con los inspectores, y con quien sea, huyan de las frases hechas y de los lugares comunes. Que escriban lo que quieren decir y que luego busquen las palabras. Palabras cargadas de rigor y de sensibilidad, que para eso somos maestros. El protagonista de la novela retrata así a sus inesperados y repelentes vecinos: hablaban muy adscritos a fórmulas predeterminadas. "Recargar las pilas", "planes con niños", "escapada", tufihuelas así. Decían "divina de la muerte", "momentazo", paquetillos verbales a base de fraseo prestado, botes de caca semántica consensuada que se recambia década a década, pero constituyendo siempre la señal oral del lerdo. "Cómo ser madre y no morir en el intento&q