La normalidad tiende a definirse en mi pais como el tiempo anterior a este en que vivimos confinados.
En aquel tiempo normal había atascos tan grandes en las ciudades que, en ciertos días, solo se permitía circular a los coches que tenían matrículas pares, o impares.
En aquel tiempo normal, medidas como las de subir el salario mínimo hasta novecientos y pico euros eran contestadas por algunos a los que no les salían las cuentas.
En aquel tiempo normal había atascos tan grandes en las ciudades que, en ciertos días, solo se permitía circular a los coches que tenían matrículas pares, o impares.
En aquel tiempo normal, medidas como las de subir el salario mínimo hasta novecientos y pico euros eran contestadas por algunos a los que no les salían las cuentas.
En aquel tiempo normal, un partido racista y xenófobo podía contar sus seguidores por millones y chulear de ideología.
En aquel tiempo normal, algunas personas derramaban más lágrimas por la suspensión de las Fallas o la madrugá que por los muertos sin enterrar del mar cuya sal podía olerse desde sus calles. Normal.
En ese tiempo normal una escuela normal desplegaba programas detallados en calendarios de 175 días por curso con seis horas de clase por día, con estándares de aprendizaje que se registraban minuciosamente y que determinaban la promoción al curso siguiente, que se desarrollaba exactamente de la misma manera, con la única diferencia del programa, que cambiaba de un año para otro, aunque no demasiado. Todo completamente normal.
Invito a aprovechar este tiempo anormal para inventar otra normalidad a la que volver.
En aquel tiempo normal, algunas personas derramaban más lágrimas por la suspensión de las Fallas o la madrugá que por los muertos sin enterrar del mar cuya sal podía olerse desde sus calles. Normal.
En ese tiempo normal una escuela normal desplegaba programas detallados en calendarios de 175 días por curso con seis horas de clase por día, con estándares de aprendizaje que se registraban minuciosamente y que determinaban la promoción al curso siguiente, que se desarrollaba exactamente de la misma manera, con la única diferencia del programa, que cambiaba de un año para otro, aunque no demasiado. Todo completamente normal.
Invito a aprovechar este tiempo anormal para inventar otra normalidad a la que volver.
Se podrían añadir muchas otras normalidades:
ResponderEliminar1.El analfabetismo funcional generalizado, con sus consecuencias políticas.
2.La insolidaridad, manifestada en la evasión fiscal generalizada.
3.Un consumismo que aboca directamente a la extinción de la vida en el planeta, vía desastre ecológico.
Completamente de acuerdo contigo en que lo "normal" es muchas veces un horror.
La lista sería muy larga. Hacerla sería necesario. Y debatirla en las clases (en todas las clases, la de matemáticas, la de biología, la de historia, la de educación física...) imprescindible
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