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Mostrando entradas de abril, 2020

A vueltas con el sitio

Igual que en la familia, que entre los amigos, y que en el mundo, en general, cuando uno trabaja en la escuela, la primera pregunta a la que tiene que responder, y cada mañana, además, es cuál es mi sitio. El sitio es una cosa muy importante. Se pierde, muchas veces, por no estar a lo que hay que estar: - Perdone, yo estaba ahí. - Sí, pero ahora estoy yo. El virus nos ha ordenado. Cada uno está en un sitio, fácilmente localizable, gracias a Google. A lo mejor le gustaría estar en otro sitio, pero es lo que hay. A lo mejor nos gustaría que alguien estuviera en otro lado. Los vecinos cotillas, ventana adentro. Nuestra familia, con nosotros. Pero es lo que hay. Así que mejor ocupar este tiempo perdido entre la normalidad de ayer y la normalidad de mañana, en plantearse si el sitio que ocupábamos era el nuestro. Para volver y decirle al ocupante, si lo hay: - Si, pero este es mi asiento, lo puede usted comprobar. O para no volver más.

"No sé"

Reconocer la  ignorancia está en la base de la revolución científica. Gracias a eso el mundo ha cambiado en los últimos 500 años más de lo que cambió en los 10000 anteriores. "No sé". Esas son las palabras mágicas. Si a ellas les siguen estas otras: "y quiero saber", entonces se activa en las personas algo que les lleva a buscar. Y así crecemos. La cosa no tiene más misterio. Hay personas que se pasan toda la vida buscando, y aunque tienen la sensación de que no han encontrado lo que buscaban, en el buscar se han convertido en gigantes. Hay personas, en cambio, que creen que saben todo lo que tienen que saber. Diría más: hay personas que creen que lo saben todo. Igual que si hubiesen nacido hace 600 años. Y no buscan. Qué mal. ¿Y sabéis qué es lo peor? Que algunas de esas personas trabajan en la escuela.

Díme qué te preocupa.

Clasifico a los responsables de la educación de España en dos grupos, atendiendo a sus preocupaciones de Semana Santa, teniendo en la cabeza que los niños y niñas no podrán volver al Colegio en una buena temporada.Y teniendo en cuenta también que durante esta temporada muchos de ellos viven situaciones para las que no les preparó nadie, ni la escuela ni su padre. Las preocupaciones de algunos son: decidir el ritmo al que avanzar materia, no perder el curso, reforzar contenidos, evaluaciones objetivas, dar clase a distancia y qué parte del temario queda para el curso que viene. Las preocupaciones de otros son: que los alumnos y los profesores salgan con bien de la crísis del coronavirus. Que aprendan, unos y otros, de lo que nos ha tocado vivir. El confinamiento infinito (larguísimo = infinito) acabará con uno de esos dos grupos de preocupaciones. ¿Sabéis con cuál?

Otra normalidad a la que volver

La normalidad tiende a definirse en mi pais como el tiempo anterior a este en que vivimos confinados. En aquel tiempo normal había atascos tan grandes en las ciudades que, en ciertos días, solo se permitía circular a los coches que tenían matrículas pares, o impares. En aquel tiempo normal, medidas como las de subir el salario mínimo hasta novecientos y pico euros eran contestadas por algunos a los que no les salían las cuentas. En aquel tiempo normal, un partido racista y xenófobo podía contar sus seguidores por millones y  chulear de ideología. En aquel tiempo normal, algunas personas derramaban más lágrimas por la suspensión de las Fallas o la madrugá que por los muertos sin enterrar del mar cuya sal podía olerse desde sus calles. Normal. En ese tiempo normal una escuela normal desplegaba programas detallados en calendarios de 175 días por curso con seis horas de clase por día, con estándares de aprendizaje que se registraban minuciosamente y que determinaban la

¿Qué cosas puede hacer una persona que no puede hacer una tablet?

Llegado a este momento de la nueva era, con los profesores tomando aire y pensando en lo de después de vacaciones (¿vacaciones? ¿qué vacaciones?), creo que conviene recordar qué cosas puede hacer una persona que no puede hacer una pantalla, para no dar palos de ciego, y para saber en qué cosas merece la pena ocupar el tiempo delante de una pantalla, con ellos al otro lado. Lo hago copiando a Catherine L´Ecuyer, que lo dijo muy bien y muy clarito en la página 102 de su "Educar en la realidad", y me tomo la libertad de convertirlo en lista: 1. Abrazar. 2. Interpretar la realidad con la mirada. 3. Contar historias reales. 4. Contar historias ficticias. 5. Acoger. 6. Redimensionar un problema emocional. 7. Corregir un defecto con cariño. 8. Ayudar a descifrar cómo se siente uno. 9. Recordar un acontecimiento entrañable. 10. Desaprobar. 11. Prestar atención. 12. Ayudar a identificar las limitaciones o las fuerzas. La lista no es cerrada, así que os animo a com

Avanzar, ¿qué?

Veo al Consejo Escolar del Estado, a la señora Ministra de Educación y a los señores y señoras Consejeros de Educación de las Comunidades Autónomas muy centrados en que todo siga igual aunque nada esté en su sitio. Veo a muchos Directores y Directoras pendientes de sus Instrucciones, en particular en lo que se refiere al programa, a la evaluación y a la promoción de curso. Y luego llega el sábado y veo, como cada sábado, que el Presidente Sánchez nos dice que vivimos el mayor reto como sociedad al que nunca nos hemos enfrentado, que nos toca vivir como nunca hemos vivido. Nos habla de héroes y de victoria. Todo el país pegado a la pantalla a ver si dice cuándo acaba esto..., y nos dice que la batalla será larga y que quedan días muy duros por venir. Y apela a la responsabilidad individual, porque este virus lo paramos entre todos y entre todos estás tú. Lo que dice me cuadra, porque tengo oídos para oir y ojos para ver. Que lo que nos rodea es lo más extraordinatrio que hemos viv

El tiempo, el implacable

Día quince de confinamiento. Supongamos, maestros, por un momento, que os dejan trabajar. Que no os piden que, desde vuestra casa, con vuestro ordenador, y vuestra wifi, y vuestro hijo colgado de una oreja, sigáis con el programa, o cerréis la evaluación. Que no os piden que hagáis como si no hubiese miedo, ni claustrofobia, ni estrés, ni angustia, ni gritos en casa, y sigáis con las divisiones por dos cifras. Que no os piden que os olvidéis de que los chavales llevan quince días sin chutar un balón ni echar una carrera, y sigáis con las ecuaciones, para que no pierdan el ritmo o para que no pierdan el curso. Supongamos que os dejan enseñar, y entonces, ¿qué mundo enseñáis? ¿El de hace dos semanas o el de ahora? ¿El que acaba en los 70 metros cuadrados de su casa o el que no tiene confines ni confinamientos? ¿El que se ve desde el balcón de casa o el que se ve desde la ventana que abren vuestras palabras, vuestros cuentos o vuestras canciones?  ¿El de la gente entregada a