Igual que en la familia, que entre los amigos, y que en el mundo, en general, cuando uno trabaja en la escuela, la primera pregunta a la que tiene que responder, y cada mañana, además, es cuál es mi sitio. El sitio es una cosa muy importante. Se pierde, muchas veces, por no estar a lo que hay que estar: - Perdone, yo estaba ahí. - Sí, pero ahora estoy yo. El virus nos ha ordenado. Cada uno está en un sitio, fácilmente localizable, gracias a Google. A lo mejor le gustaría estar en otro sitio, pero es lo que hay. A lo mejor nos gustaría que alguien estuviera en otro lado. Los vecinos cotillas, ventana adentro. Nuestra familia, con nosotros. Pero es lo que hay. Así que mejor ocupar este tiempo perdido entre la normalidad de ayer y la normalidad de mañana, en plantearse si el sitio que ocupábamos era el nuestro. Para volver y decirle al ocupante, si lo hay: - Si, pero este es mi asiento, lo puede usted comprobar. O para no volver más.
(o proponer sin tregua camelias sobre musgo)