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Mostrando entradas de diciembre, 2017

Qué pared tirar

Cuando lo innovador en la escuela es tirar las paredes que separan unas aulas de otras, para crear espacios abiertos, en los que interaccionan alumnos de diferentes edades con maestros distintos, creo que nos estamos equivocando de pared. Sí, de pared. Porque la que habría que tirar es la de fuera, la que separa la escuela de la calle, de la playa, del parque, del paseo, del kiosko, del mercado, de los mercados, del parlamento, del palacio de justicia, de los CIEs, de los tanatorios, de las cunetas, de las librerias, de los museos, de las vallas fronterizas, de los centros de menores, de los campos de refugiados, de los asilos de ancianos, de los horfanatos, de las narcosalas, de los centros de atención a mujeres maltratadas y de las cárceles. Eso si sería innovador. Llenaría las escuelas de realidad, aunque las vaciara de programas. Llenaría las escuelas de vida, aunque las vaciara de exámenes. Llenaría las escuelas de experiencias, aunque las vaciara de clases. Llenaría las esc

Invisibles

Entre las asignaturas pendientes de la escuela está la de sacar a la luz lo que no se ve. Hacer visible lo invisible. Las personas que viven en la calle, para entender que no son parte del paisaje. Las mujeres de las que se olvidaron los periódicos y los libros de historia, para entender que cambiaron las cosas. Las montañas de plástico que quedan en nuestras playas tras la llegada de los que huyen de la guerra, para entender que ellos son nosotros mismos, en circunstancias invivibles. Los golpes y los gritos que amortiguaron las paredes insonorizadas, para entender que nadie debe soportarlos. Los rostros de los niños que pagan por lo que no hicieron, para negarse a admitir la bondad de una creación en la que los más pequeños son abandonados. Por eso, cuando, con ocasión del programa, o a pesar del programa, un educador hace visible lo invisible, ayuda a cambiar la mirada de muchos. Y así, salva el mundo. Pd: Gracias, Ana