Si las familias de nuestros alumnos siguen las noticias, en lo relativo a la educación no reciben más que imputs negativos: O sea, malos rollos. Oyen que en España la educación es un desastre, que el fracaso escolar es altísimo y que en la clasificación mundial de enseñanza estamos decimoséptimos, o por ahí, detrás de Eslovenia, que a ver quien sabe dónde está Eslovenia. Además, escuchan a los profesores quejarse. Y a algunos los ven manifestarse detrás de una pancarta los miércoles a la puerta del Colegio. Si encima sus hijos sacan malas notas, ¿qué noticias buenas tienen de la escuela? ¿No habrá que hacer algo? ¿Por qué no nos replanteamos desde la escuela nuestra relación con las familias? ¿Por qué no les reunimos para decirles que, oigan lo que oigan de la LOMCE, de Wert, de las becas, y de PISA, nosotros estamos encantados de ser maestros y tenemos un proyecto estupendo para ellos y sus hijos?
(o proponer sin tregua camelias sobre musgo)