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¿En qué escuela caben los que saben?

Como si quisiera responder a mi post de hace unos días, Jose María Romera escribe en El Correo del viernes 25 de abril acerca de competencias docentes.

"Un buen profesor - dice Romera- debe saber de lo suyo, sean matemáticas, literatura, biología o griego (...) Los que más saben son los que mejor enseñan, entre otras cosas porque transmiten el amor por el conocimiento".

Ojalá, digo yo. Ojalá los que saben transmitan amor por saber. No siempre es así. Saber no implica saber enseñar.

Saber mucho debiera ser el primer paso para darse uno cuenta de que, en realidad, sabe más bien poco. Esa humildad intelectual le llevaría después a seguir estudiando siempre. Para aprender el camino por el que se conquistan las ganas de aprender de los demás (no olvidemos que no todos los niños vienen con ellas de casa).

La aportación de Romera, sin embargo, apunta a una realidad sangrante: si lo primero es el cómo, a ver que pasa con el qué. Si poder dar la clase de sociales en inglés, o hacerlo con la pantalla digital es antes que amar la historia, ¿en qué escuela caben los que saben?

Pensadlo un poco, directores, antes de deshaceros de curriculums con personas sin B2 ni competencia TIC acreditada.

Mirad detrás.


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