Estos son Pablo y sus colegas. En apariencia, un grupo de adolescentes como los demás. Pero las apariencias engañan, eso lo sabe todo el mundo. Pablo y sus colegas son la dignidad. Detrás de sus pendientes, sus sudaderas, sus capuchas y sus mascarillas de colores hay una educación de élite. De esa que se recibe, no en colegios de pago, sino en muchas casas obreras. En las que se enseña a los hijos lo que vale un peine, lo que es decente y lo que no, y por qué motivos hay ensuciarse las manos, o el expediente.
Estos chavales salieron el domingo en Logroño a la calle a barrer lo que otros habían roto por la noche. Pablo explicó muy bien el por qué porque Pablo sabe perfectamente qué le pedía la vida ese día y a esa hora. Hay que ser muy bien nacido y estar muy bien criado para plantarse delante de la prensa y decir mi madre es barrendera, y se desloma para traer un plato a casa. Y esto lo barremos nosotros, porque ya está bien.
Y eso, un saber estar decente, digno, y no las buenas notas, es el éxito de la educación.
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