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Con una pandemia no es suficiente. La educación y la vergüenza.

Muchas veces un grupo se asocia a un número. Están los cuatro jinetes del apocalipsis, los trescientos guerreros espartanos, los cien mil hijos de San Luis, y desde anteayer, los cien idiotas de Beasain, nombre por el que se conoce a una cuadrilla de jóvenes, uno de ellos concejal de la localidad, que se pasaron de vinos, o de cervezas, o de porros, o de todo, y organizaron un festejo en medio del confinamiento, sin abandonar su actitud hasta que no apareció la policía, momento en el cual se dispersaron, pies para qué os quiero.

En una declaración publicada en el medio local 'Goierriko hitza', jóvenes participantes en la cita señalan que sienten lo acontecido y asumen toda la responsabilidad por los hechos, pidiendo "que no se culpe a sus padres". ¿A sus padres...?

¿Y a la educación que recibieron? ¿Y a la escuela en la que estudiaron?

Ahora pides perdón enseguida, le echas la culpa al alcohol y viva la madre que me parió y la Ikastola en la que estudié.

Ni hablar. No es tan fácil.

Lo que tenéis que explicar, y ahí tenéis Goierriko hitza para hacerlo, es cuánto os importan los 53 infectados por coronavirus en el pueblo, o los 122 en Tolosa, o los 77 en Zumarraga, y cuánto os importan sus familias. Cuánto os importan los enfermeros y ATS del Goierri que suspiraban por el fin de turno cuando vosotros suspirabais por tener fiestas, cuánto os importa el dinero de los beasaindarras y gipuzkoanos que el Ayuntamiento y la Diputación se gastan en la residencia de ancianos, y en desinfectarlo todo.

Podríais explicar también, un resumen, no hace falta que os extendáis, qué os enseñaron vuestros padres, esos que no tienen la culpa de nada, y qué aprendisteis en la escuela, en relación a la vida, la muerte y el respeto a los vecinos.

Explicadnos cuánto vale un desahogo y por qué merece la pena.

Salid a la plaza en la que montasteis la bronca, coged un micro, mirad a los ojos a vuestros padres y a vuestros viejos maestros, a vuestros amigos y vecinos médicos, enfermeras, celadores y conductores de ambulancia, a vuestros hermanos pequeños, y explicadles que con una pandemia no se aprende lo bastante, y que hace falta una guerra, con francotiradores en las terrazas, o un genocidio, con fusilados en el frontón, para entender que hay cosas que no se pueden hacer.

Y si no, no expliquéis nada. Recoged la cara del suelo y cogeos una cuarentena para pasar la vergüenza.

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