Ir al contenido principal

Cuando crees que lo tienes todo previsto y luego pasa otra cosa

En junio, cuando las Consejerías de Educación se pusieron a elaborar protocolos y planes de inicio, parecía que tenerlo todo reglado iba a evitar contagios: 1,5 m., mascarilla, higiene de manos, toser con tino, marcas en el patio, no tocar la flauta y entrar y salir ordenados. No repararon en que muchas de nuestras escuelas tienen pasillos estrechísimos, patios pequeños, mil recovecos que los alumnos aprovechan para esconderse, pero nada parecía importar en aquel junio feliz de la desescalada veloz.

 

Así, con un protocolo de treinta páginas copiado al colegio de enfrente, un poco de orden y mucha vigilancia, todos los alumnos podrían completar cada día el horario de manera presencial, e irse a sus casas con la doble satisfacción de haber aprendido lo que tocaba y de haber esquivado el virus.

 

Solo hace mes y medio, pero eran otros tiempos. Aquel fin de curso que inauguraba la nueva normalidad, preñado de sueños de un verano dichoso y un otoño venturoso.

 

Y ahora, nada. A la mierda todo. Segunda oleada, cientos de rebrotes, miles de contagiados nuevos, pueblos confinados, comunidades que ven venir el estado de emergencia sanitaria,  negocios abiertos que vuelven a cerrar… y los protocolos y los planes como los dejamos antes de salir de vacaciones.

 

Y así, como dicen los pediatras, y los ministros, que “las escuelas tienen que abrir”, abordamos el tiempo de la escalada con criterios de desescalada.

 

Muy bien no pinta, esto.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contra el pedagogismo

Lo mejor de la entrada de la innovación en la escuela es que los maestros descubrimos que las cosas se pueden hacer mejor, y no igual que siempre. Lo peor, que muchos acabamos pensando que todo lo nuevo es bueno, y que lo anterior es malo. Estábamos perdiendo el equilibrio y tocaba recolocarse. Este ensayo de Alberto Royo ayuda a recuperar el equilibrio.  Nos recuerda que la escuela está para enseñar y que a la escuela se va a aprender: " el profesor ha de servir al conocimiento, y ser la vía de transmisión hacia el alumno ".  Dos cosas que se nos estaban olvidando, de tanto poner la felicidad en el apartado de los objetivos de la escuela, y de tanto subrayar que al maestro le toca sacar (de no se sabe qué parte de los alumnos lo que estos ya sabían pero no sabían que sabían) y no meter (en ellos, el conocimiento que no tenían). ¿Que cuánto tiene que saber un maestro? Mucho. ¿Que como tiene que transmitirlo? Muy bien. Usando la metodología que mejor se adapta a cada momento.

La era que vivimos.

Que el tiempo humano se mide en rachas, y no en años, es una evidencia. Pese a ello, muchas personas -en realidad, casi todas-, celebran el comienzo de año nuevo como si se abriera una etapa nueva en su vida, o en la de los demás. Algunos profesores y algunas profesoras, y también directores y directoras, viven el tiempo como una repetición del ciclo septiembre-junio. Siempre igual, siempre lo mismo. Vete tú a hablarles de previsión, y de planes. Yo quiero ser fiel a la realidad, y mido mi vida en rachas. Pese a ello, en cada Nochevieja tomo las uvas y beso a los míos, porque los quiero, y los veo felices.  La racha en la que estoy empezó con la pandemia, en 2020, y no es la mejor de las que he vivido. En realidad, más que una racha, tengo la sensación de estar viviendo una era. No veo su final. Pero estar, está.

Cabeza y mundo

La cabeza de los seres humanos no siempre está completamente de acuerdo con el mundo en que viven (Saramago, Ensayo sobre la lucidez, página 170). Eso explica que, tres semanas después de la tarde del 20 de agosto, Rubiales no sepa todavía qué hizo tan mal. Eso explica que, pasadas dos semanas de la Asamblea Extraordinaria de la RFEF, Luis de la Fuente siga creyendo que no hay razones para dejar de ser seleccionador. Eso explica que, mes y medio después de las elecciones del 23 de julio, Núñez Feijoo diga que lo democrático es, solo, que se deje gobernar al partido más votado. Solo son tres ejemplos de cómo cabeza de algunos y mundo de todos habitan en lugares distintos. Muchas personas piensan que las cosas son lo que no son (a lo mejor son lo que eran en el momento en el que dejaron de pensar), y eso solo puede provocar dos cosas: a ellas, que vayan por donde no hay salida, o que estén donde no les toca. Y a los demás, algo de vergüenza. Como soy maestro, concluyo que la escuela deb