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el paradigma del profesor de Secundaria: exige (y 2)


Si exigimos a cada uno según sus posibilidades, cada uno permanecerá dentro de sus limitaciones. Por el contrario, una persona sacará a flote sus capacidades en la medida en que se le exija.

Ricardo Moreno Castillo
Panfleto Antipedagógico

¿Y cómo sabe un profesor cuáles son las posibilidades de un alumno? Guardando los resultados del coeficiente intelectual en un cajón con llave y mirándole a los ojos.

Comentarios

  1. Nunca me ha parecido de justicia exigir a alguien más de lo que puede dar, ya sea por capacidad, limitaciones o motivos varios. ¡Gran reto el intuir las posibilidades de una persona en cada momento determinado! Me gusta la idea de olvidarnos de resultados y mirarle a los ojos. Me apunto.

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  2. "No les evitéis a los hijos (alumnos) las dificultades; enseñarles más bien a superarlas".
    LOUIS PASTEUR

    Y me uno yo a mirarles a los ojos a los alumnos manifestando firmeza, seguridad y exigencia.

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  3. Cada vez dudo más a la hora de exigir, calificar, aconsejar... No se si es que me estoy haciendo más sabia..., o que sencillamente, cada vez sé menos.

    ¿Y si se me va la mano, y exijo lo que no me puede dar? Prefiero motivar, conmigo funcionaba. Cuando te motivan, te exiges tú, y el riesgo de pasarse es menor.

    Mirar a los ojos, sin dudarlo. A los ojos, les cuesta mentir.

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  4. Es curioso, tendemos a hacer aquello que hicieron con nosotros y funcionó(siempre que nos parezca adecuado, claro) y a dejar de hacer aquello que nos fue fatal cuando nos lo aplicaban.
    Es normal que utilicemos la bara de medir que más conocemos, que somos nosotros mismos. Pero no todos los alumnos son iguales a nosotros y tienen el interruptor cada uno o cada tipo de alumno en un lugar distinto, ¿no?.

    Y estoy convencida de que bases elementales de criterios funcionan para todos: la motivación, mirar a los ojos, respeto, fomentar la responsabilidad personar, cercanía....y en el caso de la exigencia, aunque parece un valor más dificil de encontrarle la medida, quizás sea igual que en los otros.
    Hay alumnos que necesitan un nivel de exigencia por encima de la media, que a otros les viene grandísimo.

    Había un compañero de estudios que sólo podía empezar a estudiar una asignatura cuando le ponían la fecha de examen, hasta entonces ¡viva la vida loca! y luego era de resultados buenos, necesitaban que le marcaran las distancias. Y a mi me entraba el agobio precisamente cuando ya ponían la fecha, aunque iba trabajando día a día.

    Había otros dos que eran la perfecta serenidad siempre: antes, después y durante el examen; nada les perturbaba ni para estudiar, ni para rendir: el equilibrio perfecto por dentro y por fuera.
    Estaba el otro tipo, una que era manojo de nervios que nunca bajaba de 120 pulsaciones, todas las hojas al viento cuando estudiabas a su lado; lo apuntaba todo, lo ataba todo, lo escribía todo en los exámenes y acaba la primera además.

    Si uno ya se exige así mismo, no le hace falta un plus, con un reconocimiento y un ánimo ya será bastante. Habrá que estar, tirando y aflojando del que no se exige, marcándole lo que puede llegar a ser capaz, sin abrumar claro.

    Una vez más es lograr el equilibrio desde el profesor, pero para tantos valores, para tantos alumnos distintos, para tantos procesos personales...que los mejor es ser uno mismo como persona que educa(intentar ser lo que no se es llevaría al fracaso) sin perder de vista lo que opinan otros educadores e intercambiando opiniones para tener en cuenta lo que se nos puede estar escapando, porque es lo normal que así pase.

    Pero yo si que observo que en nuestros alumnos actuales(en muchos, no en todos) está devaluado el esfuerzo personal, el trabajo habitual, el amor propio en los estudios, practican el método ensayo-error una vez y por encima y ya se frustran: "ya lo he intentado y no me ha salido, pues la próxima vez haré menos".

    Cuando hablamos de este tipo de temas de firmeza, exigencia, siempre me acuerdo de un anuncio de colchones de hace unos años que comparaba a un profesor de educación física (gimnasia en aquellos tiempos)con la firmeza del colchón, dándonos lo que necesitábamos para el descanso.

    Los profesores tenemos que ser como colchones de última generación (termoelásticos, con distintas capas de latex) donde los alumnos tienen que chocar(no vamos a dejarles hacer todo lo que quieran y pidan) y rebotar (potenciados en lo que cada uno necesite, en su justa medida) y con dos caras, una de lana(para los que necesiten abrigo, y mucho calor humano) y otra de verano(para los frescos a los que les abruma demasiado las calenturas) con dos agujeritos para la salida de aire( para soplar a los que ni frio ni calor pero que hay que poner en movimiento)tomar la forma del que se tumba para acogerlo personalemente(mirar a los ojos)y ¡siempre sin deformarnos!

    ¡No es pedir poco! ¿eh?

    Disfruto de este blog para intercambiar opiniones.

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