Poner en marcha un Bachillerato de excelencia es algo pedagógica y socialmente bastante discutible, al menos para mí. Pero como todo lo que hacen los políticos tratando de mejorar la educación, la ocurrencia da para preguntarse por cuestiones interesantes.
Una vez que las autoridades deciden llevar la idea adelante, aparece el problema de la selección. ¿Quienes son alumnos excelentes? Un profesor se lo pensaría dos veces a la hora de contestar, pero un político no: alumnos excelentes son los que tienen buenas notas, por encima del ocho de nota media. Luego pueden ser malos compañeros, no dejar los apuntes y ser incapaces de trabajar en grupo (menudo ambientazo el que se prepara en el nuevo instituto), que eso no afecta a la excelencia.
Me rondan la cabeza preguntas relacionadas con cómo resolver los problemas de clima escolar y de competitividad entre alumnos en este nuevo Bachillerato, pero a lo mejor es que con alumnos excelentes no puede haber problemas, y el problema soy yo, que siempre le ando buscando tres pies al gato. Algunos padres de alumnos excelentes, a lo que parecen temer es a que les baje la media, y otros, menos angustiantes, rechazan el proyecto porque sus hijos son felices en su instituto, con sus compañeros y con sus profesores, aunque sean unos mediocres de mierda.
Una vez que tienes excelentes alumnos, sobreviene el asunto de la selección del profesorado, el cual habrá de ser igualmente excelente, al menos, para estar a la altura de sus nuevos alumnos. ¿Dónde están los profesores excelentes? La pregunta no tiene fácil respuesta (ninguna pregunta hecha con honestidad en educación tiene fácil respuesta) porque en España no se evalúa a los profesores.
Una solución está en buscar por todos los centros y sacar de ellos a los mejores profesores. Así, se completa el sueño de hacer una casa bonita con "lo mejor de cada casa". Y si la consecuencia es que hay centros que se quedan sin profesores excelentes, que se fastidien. Total, tampoco tienen alumnos excelentes a los que dedicarles excelentes atenciones, porque también se los han llevado. Para los garrulos, y para los normales, profesores normales, o malos.
Dice Esperanza Aguirre que los docentes del San Mateo, el Instituto en el que se imparte el Bachillerato de excelencia en la Comunidad de Madrid, fueron "seleccionados cuidadosamente". Al parecer, pedían doctorados, títulos, y experiencia como profesor de Bachillerato, en investigación y en el ámbito empresarial y también gusto por la competitividad y confianza en el proyecto. Lógico, no vas a pedir que se le entienda lo que dice, porque un alumno excelente lleva instalado un decodificador para los casos en los que al profesor no se le entienda ni papa; ni le vas a pedir que prepare las clases atendiendo a la diversidad de alumnos, porque esto no se necesita en una clase de alumnos excelentes, porque todos son muy buenos; ni, por supuesto, que sepan acompañar a un alumno a entender algo que no le entra, porque a los alumnos excelentes les entra todo. Ni que tenga vocación, para qué.
Cuando uno se pone a seleccionar, lo de los títulos está muy bien, que hay que valorar el esfuerzo que cuesta conseguirlo. En cuanto a lo de confiar en el proyecto, pues es cuestión... de confianza. Y si tú confías en el PP o en Esperanza Aguirre, pues tendrás la confianza que yo no tengo en sus ideas y en sus proyectos.
Pero yo aconsejaría a mi hijo que se mantuviera alejado de quienes tengan gusto por la competitividad, y más si son maestros.
http://www.elpais.com/articulo/madrid/Bachillerato/excelencia/elpepiespmad/20110410elpmad_8/Tes
Una vez que las autoridades deciden llevar la idea adelante, aparece el problema de la selección. ¿Quienes son alumnos excelentes? Un profesor se lo pensaría dos veces a la hora de contestar, pero un político no: alumnos excelentes son los que tienen buenas notas, por encima del ocho de nota media. Luego pueden ser malos compañeros, no dejar los apuntes y ser incapaces de trabajar en grupo (menudo ambientazo el que se prepara en el nuevo instituto), que eso no afecta a la excelencia.
Me rondan la cabeza preguntas relacionadas con cómo resolver los problemas de clima escolar y de competitividad entre alumnos en este nuevo Bachillerato, pero a lo mejor es que con alumnos excelentes no puede haber problemas, y el problema soy yo, que siempre le ando buscando tres pies al gato. Algunos padres de alumnos excelentes, a lo que parecen temer es a que les baje la media, y otros, menos angustiantes, rechazan el proyecto porque sus hijos son felices en su instituto, con sus compañeros y con sus profesores, aunque sean unos mediocres de mierda.
Una vez que tienes excelentes alumnos, sobreviene el asunto de la selección del profesorado, el cual habrá de ser igualmente excelente, al menos, para estar a la altura de sus nuevos alumnos. ¿Dónde están los profesores excelentes? La pregunta no tiene fácil respuesta (ninguna pregunta hecha con honestidad en educación tiene fácil respuesta) porque en España no se evalúa a los profesores.
Una solución está en buscar por todos los centros y sacar de ellos a los mejores profesores. Así, se completa el sueño de hacer una casa bonita con "lo mejor de cada casa". Y si la consecuencia es que hay centros que se quedan sin profesores excelentes, que se fastidien. Total, tampoco tienen alumnos excelentes a los que dedicarles excelentes atenciones, porque también se los han llevado. Para los garrulos, y para los normales, profesores normales, o malos.
Dice Esperanza Aguirre que los docentes del San Mateo, el Instituto en el que se imparte el Bachillerato de excelencia en la Comunidad de Madrid, fueron "seleccionados cuidadosamente". Al parecer, pedían doctorados, títulos, y experiencia como profesor de Bachillerato, en investigación y en el ámbito empresarial y también gusto por la competitividad y confianza en el proyecto. Lógico, no vas a pedir que se le entienda lo que dice, porque un alumno excelente lleva instalado un decodificador para los casos en los que al profesor no se le entienda ni papa; ni le vas a pedir que prepare las clases atendiendo a la diversidad de alumnos, porque esto no se necesita en una clase de alumnos excelentes, porque todos son muy buenos; ni, por supuesto, que sepan acompañar a un alumno a entender algo que no le entra, porque a los alumnos excelentes les entra todo. Ni que tenga vocación, para qué.
Cuando uno se pone a seleccionar, lo de los títulos está muy bien, que hay que valorar el esfuerzo que cuesta conseguirlo. En cuanto a lo de confiar en el proyecto, pues es cuestión... de confianza. Y si tú confías en el PP o en Esperanza Aguirre, pues tendrás la confianza que yo no tengo en sus ideas y en sus proyectos.
Pero yo aconsejaría a mi hijo que se mantuviera alejado de quienes tengan gusto por la competitividad, y más si son maestros.
http://www.elpais.com/articulo/madrid/Bachillerato/excelencia/elpepiespmad/20110410elpmad_8/Tes
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