No hay niños difíciles.   Hay niños a los que se les hace difícil venir a la escuela, atender a nada 50 minutos sin moverse, jugar con otros sin pegar, ir a sus casas por la tarde.   Hay profes a los que se les hace difícil trabajar con estos niños, o con otros.   No les queda otra que aprender a enseñar a esos niños, también. Con más horas lectivas de las que se puede impartir con un mínimo de calidad, sin prestigio social ni más reconocimiento que el de sus amigos...  aprender a enseñar   Nadie dijo que fuera fácil. Pero tiene sentido. Y se puede leer en la mirada de aquellos niños.   
(o proponer sin tregua camelias sobre musgo)