Hoy voy a contar la historia de tres maestras felices. Felices hay muchas, hoy, porque están de vacaciones. Pero yo hablo de la otra felicidad.
La primera de estas maestras es Karmele. Era una adelantada a su tiempo. Sabía que las destrezas de los niños no encajan en un programa basado en el "lo sabes o no lo sabes" y en la escuela primaria les invitaba a desplegar su creatividad. Ana iba y venía de clase con telas, cartones y pinturas. Nunca tenía deberes. Terminó la Primaria sin hacer ni un examen. Luego en la ESO suspendió dos o tres. Un par de ellos en Bachillerato. Ahora está en la Universidad, es entrenadora, nada mientras baila o baila mientras nada, según se mire, canta y toca el piano. Karmele la oía cantar el viernes pasado, siete años después, en la Audición de la Escuela de Música. Y en su sonrisa leí, a lo mejor son cosas mías, que aquella manera de enseñar poniendo por delante los niños y por detrás eljodido programa, fue una decisión cargada de futuro.
La segunda es Alicia. Se volvía loca con Andoni. Cuando hace cuatro años empezaba la ESO, era incapaz de fijar la atención en nada más de diez minutos seguidos. Todo le costaba un mundo, el inglés le parecía húngaro y se expresaba en euskera igual que yo en islandés. Se cargó de paciencia, de comprensión y de cariño. Volvió a ser su tutora este año, en 4º, y el día en le entregaron el Graduado en Secundaria me llamó para compartir su alegría. Andoni lo había conseguido, con todo aprobado. Sin pelos en la gatera, como un campeón.
Y la tercera es Bego. Bego también se vuelve loca con los niños. Y los vuelve locos a ellos. Pero locos de contento. Xavi se ha despertado estos dos últimos años cada mañana como Nemo el primer día de clase (¿os acordáis?: "despierta, papá, que hay que ir al Cole, vamos, vamos"). Su sonrisa permanente, su firmeza y su inteligencia delante de los conflictos (sin humor no hay inteligencia humana que valga tres pimientos), y la tranquilidad con la que encajaba cualquier impertinencia preadolescente, sin hacer de ella un mundo, la ha convertido a los ojos del Xavi (ver su estado en el whatsapp) en "la mejor prife del mundo maite zaitut (te quiero)".
A las tres, y a todos los maestros buenos del mundo entero, feliz descanso de vacaciones. Cuidaros mucho, porque os necesitamos mucho.
La primera de estas maestras es Karmele. Era una adelantada a su tiempo. Sabía que las destrezas de los niños no encajan en un programa basado en el "lo sabes o no lo sabes" y en la escuela primaria les invitaba a desplegar su creatividad. Ana iba y venía de clase con telas, cartones y pinturas. Nunca tenía deberes. Terminó la Primaria sin hacer ni un examen. Luego en la ESO suspendió dos o tres. Un par de ellos en Bachillerato. Ahora está en la Universidad, es entrenadora, nada mientras baila o baila mientras nada, según se mire, canta y toca el piano. Karmele la oía cantar el viernes pasado, siete años después, en la Audición de la Escuela de Música. Y en su sonrisa leí, a lo mejor son cosas mías, que aquella manera de enseñar poniendo por delante los niños y por detrás el
La segunda es Alicia. Se volvía loca con Andoni. Cuando hace cuatro años empezaba la ESO, era incapaz de fijar la atención en nada más de diez minutos seguidos. Todo le costaba un mundo, el inglés le parecía húngaro y se expresaba en euskera igual que yo en islandés. Se cargó de paciencia, de comprensión y de cariño. Volvió a ser su tutora este año, en 4º, y el día en le entregaron el Graduado en Secundaria me llamó para compartir su alegría. Andoni lo había conseguido, con todo aprobado. Sin pelos en la gatera, como un campeón.
Y la tercera es Bego. Bego también se vuelve loca con los niños. Y los vuelve locos a ellos. Pero locos de contento. Xavi se ha despertado estos dos últimos años cada mañana como Nemo el primer día de clase (¿os acordáis?: "despierta, papá, que hay que ir al Cole, vamos, vamos"). Su sonrisa permanente, su firmeza y su inteligencia delante de los conflictos (sin humor no hay inteligencia humana que valga tres pimientos), y la tranquilidad con la que encajaba cualquier impertinencia preadolescente, sin hacer de ella un mundo, la ha convertido a los ojos del Xavi (ver su estado en el whatsapp) en "la mejor prife del mundo maite zaitut (te quiero)".
A las tres, y a todos los maestros buenos del mundo entero, feliz descanso de vacaciones. Cuidaros mucho, porque os necesitamos mucho.
Lo acabo de leer Pedro, me has sacado alguna lagrimita. La verdad es que es una suerte disfrutar de nuestro trabajo. Gracias
ResponderEliminarBego