Suele decir Fernando González Lucini que la escuela está para humanizar. Y algunos piensan que vaya cosa, que uno se hace humano por el contacto con otros humanos, en casa y en la calle, en el equipo y en la pandilla, con los primos y con los amigos. Y que la escuela está para enseñar cosas. Ay!
Leo a Catherine L´Ecuyer que solo es humana una educación que proporciona suficientes oportunidades de experiencias interpersonales. Que cuando no hay recuerdos de experiencias interpersonales verdaderas, hay un déficit de humanidad. Y entonces la pregunta es: ¿la escuela contribuye al déficit o ayuda a superarlo?
Para responder a esa pregunta, L´Ecuyer da una pista que merece la pena seguir: es imprescindible que los padres y los maestros entiendan el sentido verdadero de su papel en la educación de los niños: "abrazar, interpretar la realidad con la mirada, contar historias reales, otras ficticias, acoger, redimensionar un problema emocional, corregir un defecto con cariño, ayudar a descifrar cómo se siente uno, recordar un acontecimiento entrañable, desaprobar, prestar atención o ayudar a identificar las limitaciones y las fuerzas (...), actos profundamente humanos que no pueden realizar las pantallas".
A ver si va ser verdad (Ferrán Adriá decía que " a veces innovar es dejar las cosas como están") que lo innovador no es introducir tablets en las aulas sino introducir verdaderos maestros.
Leo a Catherine L´Ecuyer que solo es humana una educación que proporciona suficientes oportunidades de experiencias interpersonales. Que cuando no hay recuerdos de experiencias interpersonales verdaderas, hay un déficit de humanidad. Y entonces la pregunta es: ¿la escuela contribuye al déficit o ayuda a superarlo?
Para responder a esa pregunta, L´Ecuyer da una pista que merece la pena seguir: es imprescindible que los padres y los maestros entiendan el sentido verdadero de su papel en la educación de los niños: "abrazar, interpretar la realidad con la mirada, contar historias reales, otras ficticias, acoger, redimensionar un problema emocional, corregir un defecto con cariño, ayudar a descifrar cómo se siente uno, recordar un acontecimiento entrañable, desaprobar, prestar atención o ayudar a identificar las limitaciones y las fuerzas (...), actos profundamente humanos que no pueden realizar las pantallas".
A ver si va ser verdad (Ferrán Adriá decía que " a veces innovar es dejar las cosas como están") que lo innovador no es introducir tablets en las aulas sino introducir verdaderos maestros.
¡Y tanto!
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