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Me alteras (el orden)

Hay personas que se llaman a sí mismas "gente de orden".

Suelen votar a partidos de centro o de derecha.

Y envían a sus hijos a colegios de la Iglesia, para que las cosas sigan como están. Ordenadas.

Sin embargo, los idearios de los colegios cristianos hablan de que su misión es evangelizar, palabra que viene del griego y que significa "contar una buena noticia". La buena noticia es esta: que los ciegos ven y que los cojos andan (que no sé si os parecerá buena, pero es la que es).

Eso quiere decir que, si los colegios de la Iglesia hacen lo que dicen que hacen, en ellos se atiende primero a los ciegos y a los cojos. Y eso ya es alterar el orden.

Ahí empieza la contradicción: a los colegios cristianos van personas que quieren mantener el orden, pero los colegios cristianos siguen a uno que dedicó toda su vida pública a alterar el orden de las cosas, incluido el orden público. Al que mataron por alterar el orden de las cosas -dejen paso, los pobres delante y los ricos detrás-, cuatro días después de tirar por los suelos los tenderetes de los mercaderes del templo, que es la versión "siglo I en Jerusalen" de una quema de contenedores.

Así que ahí va la pregunta que me hago todos los años cuando acaba el curso: ¿para qué está la escuela cristiana en un mundo desigual e injusto?

¿Para mantener el orden?

¿O para alterar el orden?


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