De los libros que leí en el Instituto no guardo ningún buen recuerdo. Sobre todo de aquel "Tiempo de silencio", de Luis Martín Santos, que no conseguí entender. Desde entonces he opinado que los curriculum de Literatura los ideaba el enemigo.
Tengo que decir que tampoco yo sé cuál es la solución, ni cómo se hace para que los adolescentes descubran placer en la lectura. Hace unos meses, cuando leían "Si esto es un hombre", de Primo Levi, se quejaban de que era un rollo, porque tenía mazo palabras en alemán.
Rosa Montero resume bien en este artículo esa desazón.
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ResponderEliminarYo pienso que a cada uno le llegará su momento; que de leer no se va a dejar.
ResponderEliminarCierto es, que hoy disponen de otros entretenimientos que requieren menos esfuerzo, pero leerán; no todos, obviamente, pero muchos, en el futuro, leerán.
Yo leía "tebeos",desspués pasé a las colecciones de misterio (los cinco..., Fatty, Meg...) ¿Os suenan? Más tarde llegaron aquellos libros de "colección Hustorias", que te contaban las cosas de dos maneras: una, a lo libro tradicional, y otra mediante viñetas, en la que te lo contaban de forma dialogada y mucho más breve, por supuesto, yo siempre recurría a los "santos".
Tuvieron que llegar unas anginas rebeldes, un otorrino lanzado que me extirpara las amígdalas y una convalecencia un poco más larga de lo esperado, para que las viñetas se terminaran y me diera cuenta que "el rollo" de letra era mucho mejor que los dibujos con "bocadillo". Me llegó el momento.
Después descubrí Perarl S Buck..., y hasta hoy.
Ya les llegará.
Ah! Hoy, sí leo.