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educar en (pequeños) valores (del corazón)

Como casi todo, el follón de los controladores aéreos termina mirando a la escuela. He oído decir que a estas personas nadie les enseñó lo que es la responsabilidad. Y el Vicepresidente del Gobierno ha sido más explícito al señalar que estas personas no son conscientes de la grave irresponsabilidad en la que han incurrido.

Dejando a un lado que habría que mirar también en qué otros valores educó el resto de la tribu (la familia, la calle y la tele), lo cierto es que ya no hay escuela, ni pública ni concertada ni privada, que no diga que educa en valores. El asunto es saber en cuáles. Porque los grandes valores, la libertad, la igualdad o la solidaridad, están muy bien para el Título Preliminar de la Constitución, o para su preámbulo (seguro que preámbulo es, empatada con catastro, una de las tres palabras más feas del castellano), pero luego nadie se los cree. Y para empezar el día uno necesita ternura, para levantarse de la cama, confianza en que nadie de su equipo se la va a jugar, y en que cada uno hará lo que le toca, y sentirse respetado como persona.

Y con ternura, respeto, responsabilidad y confianza uno vive sus días como un campeón de la vida. Pero a ver quién es el guapo que los escribe en un preámbulo. Aunque sea en el preámbulo del Proyecto Educativo del Colegio. O de su casa.

Comentarios

  1. Me has recordado cuando hace unos años empezaba el primer día del curso, en esa charla que teníamos con los alumnos que te había tocado en la tutoría, diciendo que no íbamos a olvidar a lo largo del año LAS TRES ERRES.

    La primera erre era la del RESPETO, que les decía es fundamental para una relación como Dios manda entre personas.

    La segunda erre era la de RESPONSABILIDAD, para enfrentarse al trabajo diario y a las decisiones importantes que seguro íbamos a tener que tomar en los 9 meses que íbamos a estar juntos. Todo un periodo de embarazo gestando la personilla que iba a abandonar el curso al llegar las vacaciones.

    La tercera erre era la de RISAS, que les decía estaban garantizadas si se cumplían las dos erres anteriores; porque ellos y nosotros los profesores, íbamos a estar contentos y risueños y el ambiente iba a estar relajado. Era mi forma de entender la confianza y la ternura que se iba a generar y que tu concretas más.

    Cuando fallaban un poco, escribía en una esquina del encerado una erre mayúscula debajo de otra, hasta tres y nos servía de recordatorio.

    Desde el principio del curso se notaba los que sólo iban a quedarse con la tercera erre, esos que ayudan a jorobarte la confianza y la ternura.

    Pero no por eso ibas a dejar de intentarlo un curso tras otro.

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