Lo primero que hay que hacer para que una reunión sea un desastre es proponer un orden del día imposible.
Yo conocí una organización en la que a las reuniones de equipo se iba a comentar los problemas, si es que había. Si no había problemas, no había reunión. Y si un día las personas no querían que hubiera reunión, porque estaban cansadas o porque jugaba el Athletic por la tele, bastaba con que se pusieran de acuerdo en que no había problemas.
- Hoy no ha pasado nada, decían.
Y todos a casa.
A esa organización llegó un director que dijo que eso era un desastre, y que a las reuniones se iba con orden del día.
Y así fue. Con un orden del día en el que siempre había doce temas, o más. Para tratar en una hora. Imposible.
- Llegamos hasta donde podamos, decía para acallar las protestas.
Nunca pasaban del dos, o del tres, ya que a los temas previstos les precedía una discusión sobre los problemas que había.
¿Os suena? Cambiar todo para no cambiar nada.
Yo conocí una organización en la que a las reuniones de equipo se iba a comentar los problemas, si es que había. Si no había problemas, no había reunión. Y si un día las personas no querían que hubiera reunión, porque estaban cansadas o porque jugaba el Athletic por la tele, bastaba con que se pusieran de acuerdo en que no había problemas.
- Hoy no ha pasado nada, decían.
Y todos a casa.
A esa organización llegó un director que dijo que eso era un desastre, y que a las reuniones se iba con orden del día.
Y así fue. Con un orden del día en el que siempre había doce temas, o más. Para tratar en una hora. Imposible.
- Llegamos hasta donde podamos, decía para acallar las protestas.
Nunca pasaban del dos, o del tres, ya que a los temas previstos les precedía una discusión sobre los problemas que había.
¿Os suena? Cambiar todo para no cambiar nada.
Comentarios
Publicar un comentario