Hoy Sofía socializa unas lineas que ha encontrado en la revista Mente Sana, y que ajusta bastante las expectativas que la familia pone en el Colegio y el Colegio en la familia.
Que son muy útiles para pensar en este comienzo de curso, y para preparar las reuniones con padres (si no hubieran sido ayer, claro)
El inicio escolar trae al foco de nuestra vida y de la prensa el tema de la educación y de los roles, por fuerza complementarios entre padres y maestros. Una sincronía no siempre aceptada, un vínculo no siempre claro, una sociedad no siempre armónica.
El ritmo a veces desenfrenado en que vivimos ha ido desplazando en los últimos 50 años gran parte de las tareas y responsabilidades que eran de la familia para depositarlas casi totalmente en la escuela y los docentes. Quizás por esa situación no elegida ni consensuada, padres y maestros suelen tener mucho para reprocharse, bastante de qué acusarse y, como consecuencia, no poco que reclamarse mutuamente.
¿Qué espera la familia de la escuela? Justa o injustamente, entre otras cosas, espera:
· Una aportación importante de datos y de conocimientos diversificados, especialmente de aquellos que servirán “toda la vida”, es decir, que permitan a los jóvenes continuar estudiando o ser exitosos en sus futuros trabajos.
· Un sólido entorno social que, por un lado, haga de la escuela un lugar al que el niño quiera ir y que, por el otro, lo entrene en el área de las relaciones personales, capacitándolo para compartir su vida adulta con los demás, sin trastornos.
· Un ámbito que forme y eduque en valores sustanciales que orienten la postura ética y moral de los niños, a la vez que los alejen de desvíos conductuales y comportamientos antisociales.
· Una especie de prolongación del espacio contenedor, seguro y continuador de la casa, que valide y respete a los niños como individuos diferentes y libres, potenciando sus capacidades y ayudándolos a superar sus dificultades.
¿Qué espera la escuela de la familia? Justa o injustamente, entre otras cosas, espera:
· Un compromiso activo de los padres y del resto de la familia respecto al acatamiento de las normas y reglas mínimas exigidas por el sistema: horarios, aseo, vestimenta, asistencia…
· Una actitud de apoyo efectivo basado en el refuerzo del aprendizaje escolar, incluida la ayuda en los deberes, la provisión del material necesario y el entrenamiento de ciertos hábitos importantes en la etapa de la escolaridad, como la lectura, la disciplina y el respeto a la autoridad.
· Un mínimo de cuidados básicos (alimentación, sueño y contención afectiva) y una buena cantidad y calidad de tiempo dedicado a los niños ( paseo, juego y diálogo), alejando a los pequeños del acaparamiento que les propone la televisión o internet.
· Una presencia efectiva de padres y madres en las reuniones de padres, en la discusión de contenidos y en el cuidado del entorno escolar.
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ResponderEliminarLo que pone en evidencia, que en esta sociedad, tan “avanzada”, nadie llega adónde quiere llegar. Lo urgente “se come” lo importante, y la mayoría de los “de a pie”, hace lo que puede, incluso más de lo que puede. Esto que nos envías, no es sino un “grito agónico” de dos “bandos”, que no llegan. Y como “prueba del algodón”, quienquiera que sea profesor y padre a la vez, que lea despacio lo que los padres piden a la escuela, y después haga lo propio, con lo que la escuela pide a los padres: de seguro, caerá en una “esquizofrenia” de la que le cueste salir, un rato. No sé dónde está la solución, pero los “avanzados” tiempos que corren,-¡y cómo corren!-, no hacen precisamente gala de humanidad.-me ha salido “el nostálgico”, lo siento-, pero es que a veces…, es inevitable.
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