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Aprender en los bares

Dice Maruja Torres que ella aprende mucho en los bares que frecuenta de la gente que allí conoce. También dice que no recuerda, de los tiempos en que era niña y estaba en edad de adquirir conocimientos, a nadie que le enseñara nada que hoy pueda recordar, ni en la casa ni en la escuela ni en la iglesia. Nada ni nadie, ni entre la tripulación ni entre el pasaje.

No es malo aprender en los bares. Ni en los mercadillos. Ni en las oficinas de Correos. Yo también frecuento lugares públicos con el ansia de aprender a flor de piel.

Lo terrible es no aprender en la escuela. Nada que se pueda recordar al cabo de unos años. Lo digo porque aun estamos a tiempo de corregir si algo estamos haciendo mal.

Comentarios

  1. De todas las formas hay gente derrotista.
    Sin término medio al juzgar.
    Se puede entender que no haya aprendido nada que le resultara de interés especial. Los profesores no seremos todos de una pedagogía tan atrayente como para encandilar
    siempre a los alumnos, pero somos personas que transmitimos cierta información y la mayoría de las veces con ilusión y cariño hacia la materia que damos. Que nadie de la escuela le haya aportado nada, es valorar en tan poco el contacto con sus educadores, que me suena a desagradecimiento, o a falta de memoria o a exigencia
    en demasía.

    Sería como si recibiese de sus lectores que nunca a ninguno le ha tocado la vena sensible con algún escrito suyo. Lo que me parece imposible.

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  2. Me parece imposible pasar por una etapa sin haber aprendido absolutamente nada. Cierto es que ella matiza, diciendo que no ha aprendido de nadie de quienes formaron parte del paisaje de su infancia. Sigo sin entenderlo.

    Si a lo que se refiere es a que aprender, es un hecho solitario, de acuerdo. Es uno el que que aprehende aquello que va modelando su ser, y a base de ir construyendo, peldaño a peldaño, se va creciendo en el aprendizaje. ¿Cuántos peldaños le faltan a esta mujer, si no aprendió nada ni en casa, ni en la iglesia ni en la escuela...? Pienso que se le ha ido la mano en la afirmación. ¿habría sido la misma, sin pasar por este o aquel escenario? Debería darle una vuelta a sus declaraciones.

    Para bien o para mal, influimos en aquellos que nos rodean y se quedan con cosas de nuestro decir o hacer; para bien o para mal. Tenemos una gran responsabilidad los que nos movemos por las aulas entre edades en las que uno es una auténtica esponja. Según como nos vean, podemos hacer crecer en ellos el escepticismo y convertirlos en desengañados que dirán que en esos momentos de su existencia, no aprendieron nada, porque no les gusta lo que de ellos les ha quedado. Quizás es lo que le ha pasado a Maruja Torres; o puede que de lo que se trate sea, de una falta de memoria.

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