Si a uno le falta un elemental sentido de lo que es justo e injusto, mejor que no se haga profesor. Lo digo por todo el tiempo que gastamos pensando en tratar por igual a todos los alumnos, el mismo examen, preguntas de idéntica dificultad, mismas condiciones ambientales y de humedad relativa... cuando eso es lo más injusto que se puede hacer.
Unai se marcha del Instituto porque sus padres estan cansados de tener que hablar con cada profesor cada año para pedirle que a la hora de evaluar los conocimientos de Unai tengan en cuenta que es disléxico. Y porque están cansados de que la respuesta dependa de cómo entienda cada profesor su trabajo. Y porque están cansados de escuchar que hacerle los exámenes orales es darle ventaja con respecto a sus compañeros. Y porque están cansados de contestar que primero fue la vida, la puta vida, la que colocó a Unai con desventaja con respecto a sus compañeros.
A veces pensamos que somos lo único que hará que los alumnos se encuentren en condiciones de afrontar las dificultades de cada día, porque en su casa les consienten todo, les protegen de todo, y la vida no es así.
Si sabremos nosotros cómo es la vida, eh? Para dar lecciones.
Unai se marcha del Instituto porque sus padres estan cansados de tener que hablar con cada profesor cada año para pedirle que a la hora de evaluar los conocimientos de Unai tengan en cuenta que es disléxico. Y porque están cansados de que la respuesta dependa de cómo entienda cada profesor su trabajo. Y porque están cansados de escuchar que hacerle los exámenes orales es darle ventaja con respecto a sus compañeros. Y porque están cansados de contestar que primero fue la vida, la puta vida, la que colocó a Unai con desventaja con respecto a sus compañeros.
A veces pensamos que somos lo único que hará que los alumnos se encuentren en condiciones de afrontar las dificultades de cada día, porque en su casa les consienten todo, les protegen de todo, y la vida no es así.
Si sabremos nosotros cómo es la vida, eh? Para dar lecciones.
¡Hombre, Pedro, cada uno sabe de la vida por lo que le ha tocado vivir!. Eso enseña a comprender aquellos aspectos que viven nuestros alumnos si se asemejan mucho a lo que hemos experimentado. Claro, que también como cada uno tenemos distintas sensibilidades, nos hacen sentir las vivencias de manera peculiar y donde vemos un dolor profundo el otro ve resignación, a alguien le hace salir de su estructura mental lo que a otro le deja frío y sin ganas de pensar así que...bien pensado... hasta lo que conocemos tampoco nos ayuda del todo a entender lo que pueden estar sintiendo los que pasan por algo semejante.
ResponderEliminar¿Seremos iguales en sentir el dolor, dolor profundo por distintos motivos? Ya sean enfermedades serias, pérdidas de personas cercanas, discapacidades, estar sin trabajo...pues igual ni siquiera en eso, porque lo que a uno le tumba y le deprime, a otro le hace sacar la energía que tiene dentro y cómo vas a entender al prójimo que lleva el mismo agobio que tú con una reacción absolutamente contraria.
Así que quizás sea que cuanto más se sabe de la vida, los profesores como todo bicho viviente, menos podemos afirmar con rotundidad sin temor a equivocarnos.
Si hay algo que me gustaría transmitir es la empatía con el que lo pasa mal. No puedo con esa piel de hipopótamo por las que les resbala lo que pueden estar sintiendo los de alrededor. Y por eso mismo me encuentro intentando hacerlo ver con tanto fervor y pasión, que pierdo las formas al no ver reacción y entonces es cuando menos empática me encuentro con lo que trasmito y con el que está enfrente y me veo siendo ejemplo de lo contrario de lo que quisiera. ¡Que alguien me toque con una barita mágica en ese preciso momento para transformarme en empática de nuevo! es en lo que pienso cuando llego a ese callejón sin salida.
Lo único que tengo claro es que no habría que perder el sentido del humor en la enseñanza. No hay nada que más alivie, rompa momentos tensos y alivie las situaciones más preocupantes y que tengan aspecto de ir a peor que una respuesta ingeniosa, simpática, jocosa o una sonrisa inesperada. ¡Ay! pero para poder hacerlo en cada momento que hiciera falta habría que estar descansado, siempre sin preocupaciones, sin correcciones esperándote, que la vida te sonriese y siempre fresco como una lechuga. Vamos, que quizás viajando desde un mundo feliz para aterrizar en el aula, los profesores podríamos solucionarlo todo con humor.
Nos conformaremos con cuestionarnos cada día qué es lo que no es conveniente hacer pero que hemos hecho ese día...para no repetirlo demasiado.
Dedicarse a la enseñanza es duro, es bonito, es....¡dificilísimo!. Porque habría que ser muy humano ¿o no?, precisamente esos defectos que nos hacen humanos, prácticamente no tenerlos; lo que no quiere decir que tengamos que ser inhumanos, nada más lejos. Sólo con los valores que más humanizan potenciados a tope: sin errores, sin cansancios, sin provocar sinsabores, delicados, atentos, con cariño y con firmeza, cercanos y enseñando a guardar la distancia adecuada que exige el respeto, justos o muy injustos cuando sea lo que corresponda, al día, templados, divertidos, profundos y livianos, pedagogos, psicólogos, profesionales, vocacionales, con personalidad, líderes, pacíficos, respetuosos, empáticos, enérgicos, con fe, esperanzados, pacientes ...............................................................seguro que me dejo cosas importantes para ser buenos docentes.
Todo ello cositas de nada que tenemos que ir prodigando de aula en aula y de alumno en alumno, cada día y con todos. Y por eso tenemos que tener vacaciones, que hay que volver a a empezar cada trimestre y cada curso con todo renovado si es que se nos han desgastado algunos aspectos de tanto usarlos.