Zé es un hombre ciego que dedica todos los minutos de su vida a afinar el piano del prostíbulo que su hermano Vaz regenta en un puerto del sur de Africa, a comienzos del siglo pasado. La historia la cuenta Henning Mankell en "Un ángel impuro".
Ese es el sonido ambiente del local, el del afinador de pianos. De un piano que nunca nadie toca, salvo su afinador. Cuando se necesita el silencio, porque los visita algún representante del Gobierno, el senhor Vaz lleva a su hermano a un cuartucho trasero, en el que también hay un piano, con teclas pero sin cuerdas. Y Zé sigue afinando. En el cuartucho, Zé afina un piano mudo.
Un piano sin cuerdas se parece a uno con cuerdas como una clase con alumnos se parece a otra clase con otros alumnos. Parecen lo mismo, pero no lo son. Muchos hacemos lo mismo en clase desde hace años. El mismo trabajo delicado y minucioso del afinador, sin pensar si el piano tiene cuerdas o no.
Y no es lo mismo.
Ese es el sonido ambiente del local, el del afinador de pianos. De un piano que nunca nadie toca, salvo su afinador. Cuando se necesita el silencio, porque los visita algún representante del Gobierno, el senhor Vaz lleva a su hermano a un cuartucho trasero, en el que también hay un piano, con teclas pero sin cuerdas. Y Zé sigue afinando. En el cuartucho, Zé afina un piano mudo.
Un piano sin cuerdas se parece a uno con cuerdas como una clase con alumnos se parece a otra clase con otros alumnos. Parecen lo mismo, pero no lo son. Muchos hacemos lo mismo en clase desde hace años. El mismo trabajo delicado y minucioso del afinador, sin pensar si el piano tiene cuerdas o no.
Y no es lo mismo.
Me ha gustado mucho la metáfora.
ResponderEliminarAplastante en su mensaje.
¡No me gustaría nada parecerme en el aula a Zé en el cuartucho trasero!.
Pero pienso que todos desafinamos algunas veces, tantas como Zé cuando trabaja.
¡Esfuerzo vano de poner a punto un piano que nunca va a sonar!
¡Jodón, (perdonad) qué desmotivador!