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Transparencia y verdad

Estoy leyendo a Daniel Innerarity ("Un mundo de todos y de nadie"). Justo cuando ando pensando en cómo mejorar la comunicación entre personas y grupos dentro de los colegios. 

Como la transparencia es uno de los grandes valores democráticos, y como muchos de nuestros Colegios no han completado todavía la "Transición", aspiramos a que la nueva organización que reclamamos sea transparente.

Pero ojo, que aunque la transparencia es un indicio de verdad, no todo lo transparente es verdadero.

Como ocurre en política, la distinción entre escenario y bastidores sigue siendo necesaria cuando nos paremos a pensar en cómo organizamos la comunicación en nuestros Centros.

Si no, pasan cosas como esta: en un ejercicio de transparencia encomiable, el balance de cuentas trimestral y anual se presentaba con detalle al Consejo Escolar y al Claustro de Profesores. Y nadie entendía nada.

- ¿Pero vamos bien?, preguntaba la gente. ¿Hay dinero o no hay dinero?

Tener datos está muy bien, y tener todos los datos es estupendo, pero, ¿para que sirven los datos si no sabes lo que significan?

Hay directivos que, como hacen los políticos, se aprovechan de ello, y comunican todo de tal manera que no se entienda nada. Y entonces la transparencia absoluta lleva de la mano la intransparencia total.

Por eso, hoy más que nunca son necesarios los intérpretes y los mediadores. La transparencia hoy en día solo es real si quien lleva las riendas del Colegio, además de poner los datos a disposición de las personas, proporciona también informaciones.

Cuánto trabajo, ¿no?

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