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El muro

Hace un par de entradas hablaba de los maestros que no pueden con  su vida. En la primera semana de septiembre, esto se aviva en muchos de ellos.

Estos días leo a Gregorio Luri ("La escuela contra el mundo, página 235 de la edición actualizada) que la escuela necesita maestros que sean corredores de fondo.



Me quedo pensando en la relación entre el atletismo y los maestros: la resistencia de los fondistas, mejor que la explosividad de los velocistas. 

La explosividad no va con los ritmos pacientes de la escuela.

Pero resistir es un verbo con connotaciones negativas. Habla de contextos agitados, duros, retadores. Esto es, la escuela.

Los corredores de maratón, entre el kilómetro 32 y el 35, se encuentran con el muro. En ese momento, el cuerpo grita basta. Tiene su explicación: en ese momento, el cuerpo cambia su modo de obtención de energía, pasando de uno muy eficiente a otro que lo es menos. Deja de obtener energía de las reservas de glucógeno y pasa a obtenerla de las reservas de grasa. Entonces entra en funcionamiento la mente. Y según lo entrenada que esté, o pasas el muro, y acabas la maratón, o paras.

Y así en la escuela como en la maratón, es de maestros y maestras competentes entrenar la mente para pasar el muro.

Por si se van agotando las reservas, las de aquí y las de allá, las eficientes, y las otras.

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