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Medir las palabras

 "Mide tus palabras" es una expresión que parece sacada del Saloon de una película del Oeste. Fuera de ahí, suena rara. 

Pero encierra una verdad tan grande que me veo en la obligación de rescatarla.

Y esa verdad tan grande es que cada palabra tiene un peso. Que hay palabras ligeras, como "finde"  y palabras pesadas, como "vamos".

Y que, además, al peso de las palabras le pasa como al peso de las cosas, y de las personas. Que varía según la altura o la profundidad a las que se pronuncian. Lo que llamamos contexto.

Siempre pido a los maestros que se empeñen en ello, que midan las palabras que emplean, que las pesen, que no gasten palabras valiosas empleándolas en situaciones estándar y que no vayan a donde hay que poner toda la carne en el asador con palabras de medio pelo.

A ello ayuda que escriban lo que van a decir. Y que lean mucho también. La Biblia, a Almudena Grandes, a Carrère y el periódico.

Si no, acaban hablando a los padres como a los hijos, y al revés. Al compañero director, como a los padres, y a los compañeros profesores, como al inspector. O acaban como Ayuso, diciendo lo que te dicen que tienes que decir, y sembrando perplejidad y desconcierto.

Y eso es terrible.


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