Mira que se dicen cosas feas de la escuela: que si no hay nivel, que si los profesores no tienen más que vacaciones, que se están quedando viejas y reviejas, por muchas pizarras digitales que tengan... Pues bien, todo eso tan malo que se dice de la escuela nunca podrá ocultar los millones de "niños que ha salvado de las taras, los prejuicios, la altivez, la ignorancia, la estupidez, la codicia, la inmovilidad o el fatalismo de las familias" (Daniel Pennac, Mal de escuela, Literatura Mondadori, pag. 25)
Lo mejor de la entrada de la innovación en la escuela es que los maestros descubrimos que las cosas se pueden hacer mejor, y no igual que siempre. Lo peor, que muchos acabamos pensando que todo lo nuevo es bueno, y que lo anterior es malo. Estábamos perdiendo el equilibrio y tocaba recolocarse. Este ensayo de Alberto Royo ayuda a recuperar el equilibrio. Nos recuerda que la escuela está para enseñar y que a la escuela se va a aprender: " el profesor ha de servir al conocimiento, y ser la vía de transmisión hacia el alumno ". Dos cosas que se nos estaban olvidando, de tanto poner la felicidad en el apartado de los objetivos de la escuela, y de tanto subrayar que al maestro le toca sacar (de no se sabe qué parte de los alumnos lo que estos ya sabían pero no sabían que sabían) y no meter (en ellos, el conocimiento que no tenían). ¿Que cuánto tiene que saber un maestro? Mucho. ¿Que como tiene que transmitirlo? Muy bien. Usando la metodología que mejor se adapta a cada momento.
Recuerdo haber leído el libro de Pennac que nos recomendaste en el curso de Madrid casi cuando apareció en el mercado. El libro dejó un mensaje importante para mí. Pennac era un "cancre" en la escuela, un cáncer como le llaman los franceses a los alumnos que suspenden todo, hasta que encontró "ese" profesor que se fijó y confió en él, y su vida cambió. Hoy Pennac es profesor él mismo y un escritor de éxito.
ResponderEliminarTodos querríamos convertirnos en "ese" profesor del libro de Pennac. Un mal profesor es una cosa desastrosa, es catastrófico incluso para el propio docente interesado.Ahora bien un profesor que llegue alguna vez a tocar el corazón de un alumno justifica creo el por qué y para qué (como tú decías en el curso)de la travesía en este barco.
Saludos desde Vigo.
Y cuando tocas el corazón del un alumno, eh?. Entonces todo cobra sentido, aunque sea por un rato. Y de ello hay que vivir un buen tiempo luego. Por eso creo que esas experiencias hay que escribirlas, y cuando llegue el momento de la madurez, componer con ellas la sinfonía del buen profesor que hemos sido.
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