Si eres maestro y quieres que tu entrevista con unos padres termine como el rosario de la aurora, puedes empezar así:
- "Estoy harta de vuestro hijo".
Estos son algunos de los peligros de un comienzo como este: que el niño haya ido a casa varios días comentando lo mal que explicas, y que el padre le haya hecho caso, y te responda que él también está harto de tí. Tú te sentirás atacada y empezarás a defenderte. Mal asunto.
Que al padre lo hayan despedido anteayer y que su mujer le haya dado un ultimatum por huevón. A ese padre lo único que le falta es que le digan que están hartos de su hijo. Entonces podría contestar que él también está harto de los profesores, que se piensan que todo lo hacen bien. Entonces tú te sentirás atacada y empezarás a defenderte. Peor asunto que el anterior, porque, recuerda, el padre lo está pasando muy mal.
Que el padre no diga nada, y permanezca en silencio, porque tu entrada en la entrevista lo ha hundido en una negrura de pensamientos negativos, y no te escuche mientras te vas extendiendo en las razones de tu hartazgo. A lo mejor te sirve como desahogo, pero será difícil que haya el diálogo que buscamos en las entrevistas con padres.
O que seas la primera persona harta de ese chaval, porque lo que a ti te harta no le harta a nadie más, o porque en este momento de tu vida te harta cualquier adolescente con sus cosas, y entonces comunicar que estas harta se convierte en una confesión de incapacidad para ejercer la docencia. Malo.
Mejor preparar bien la entrevista, tener claro para qué la has convocado, y empezar distinto, ¿no?
- "Estoy harta de vuestro hijo".
Estos son algunos de los peligros de un comienzo como este: que el niño haya ido a casa varios días comentando lo mal que explicas, y que el padre le haya hecho caso, y te responda que él también está harto de tí. Tú te sentirás atacada y empezarás a defenderte. Mal asunto.
Que al padre lo hayan despedido anteayer y que su mujer le haya dado un ultimatum por huevón. A ese padre lo único que le falta es que le digan que están hartos de su hijo. Entonces podría contestar que él también está harto de los profesores, que se piensan que todo lo hacen bien. Entonces tú te sentirás atacada y empezarás a defenderte. Peor asunto que el anterior, porque, recuerda, el padre lo está pasando muy mal.
Que el padre no diga nada, y permanezca en silencio, porque tu entrada en la entrevista lo ha hundido en una negrura de pensamientos negativos, y no te escuche mientras te vas extendiendo en las razones de tu hartazgo. A lo mejor te sirve como desahogo, pero será difícil que haya el diálogo que buscamos en las entrevistas con padres.
O que seas la primera persona harta de ese chaval, porque lo que a ti te harta no le harta a nadie más, o porque en este momento de tu vida te harta cualquier adolescente con sus cosas, y entonces comunicar que estas harta se convierte en una confesión de incapacidad para ejercer la docencia. Malo.
Mejor preparar bien la entrevista, tener claro para qué la has convocado, y empezar distinto, ¿no?
Comentarios
Publicar un comentario