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El miedo a fracasar delante del examen

El miedo es libre, dicen. Y la verdad es que, en uso de su libertad, se acerca estos días a los sitios por los que andan los estudiantes, y libera a uno de sus fantasmas más terribles. Es el miedo al fracaso. A veces va con una banda de matones: el miedo "a fracasar de nuevo", el miedo "a reconocer que soy un incapaz", o, aunque este solo se les junta de vez en cuando, el miedo "al más absoluto de los fracasos".

Delante del miedo puedes huir, como las gacelas, luchar, como los toros, quedarte quieto, como los escarabajos, o someterte, como los lobos de una manada delante del macho dominante.

Delante del miedo, cada uno hace lo que puede. A no ser que esté entrenado, y entonces hace lo que que sabe. Si puede, claro. A tí, que estas acojonado por el examen que tienes delante, te recuerdo que la intensidad del miedo responde a una fórmula muy sencilla: gravedad del peligro dividida por la fortaleza personal. Como con lo primero no podemos hacer nada (la selectividad es la selectividad, y la sexta convocatoria es la sexta convocatoria) trabaja lo segundo (Anatomía del miedo, de Jose Antonio Marina)

1. Prepara tu cuerpo. Corre. El ejercicio físico es un antídoto contra la angustia.

2. Háblate como si fueras tu entrenador ("un poco más, venga, un poco más"). Nadie como él sabe sacar lo mejor de tí.

3. Cuestiona tus creencias ("creo que no voy a poder"). Son el caballo de Troya en el que viaja el miedo para meterse dentro de tí.

4. Busca buenos aliados. Llega hasta el examen de la mano de tu novia, o de tu padre. Escúchales cuando te digan que te quieren y que vas a poder.

Yo también creo que vas a poder.

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