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La obsesión por los barcos

La mayoría de las personas que conozco no navegan. Ni a motor, ni a vela ni a remo. Alguna vez se suben a un barco, pero están más pendientes del aperitivo que les sirven, o de no marearse, que de los aparejos, del rumbo o del viento.

Sin embargo, muchas de esas personas, directores, entrenadores o presidentes, usan con profusión expresiones como "estamos todos en el mismo barco", o "tenemos que remar todos juntos" cuando se dirigen a las personas para pedirles implicación, compromiso o trabajo en equipo.

No sé que fuerza esperan que tengan esas expresiones cuando llegan a oídos de personas que, también en su mayoría, no han cogido un remo en su vida.

Yo desconecto. Si no saben motivar más que con efectos navales, es que no pueden liderar.




Y además, normalmente, el argumento está mal traído. Porque no todo es remar más fuerte (esfuerzo personal) ni con el mismo ritmo o en la misma dirección (trabajo en equipo), sino de sentir.

En el mar, la embarcación te mece. El casco quiere moverse deprisa: la velocidad canturrea en sus lineas y en su naturaleza. Nuestra labor consiste simplemente en colaborar con el casco, en dejar de refrenarlo con nuestra brega de golpes para ir más deprisa. Un esfuerzo excesivo sabotea la velocidad de la embarcación.
Craig Lambert, remero
Mind over water

Es lo que tiene leer, que te cambia la perspectiva con la que miras las cosas. Hoy unas, y mañana las demás.

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