Ir al contenido principal

Nadie es de nadie

Los padres deberíamos ser los más interesados -dice Daniel Innerarity- en liberar a nuestros hijos de nuestra presencia monopolística. Y yo lo que veo es que muchos no están dispuestos a hacerlo. Que ni se plantean que lo suyo con los hijos sea un monopolio.

Nuestra responsabilidad -continúa Innerarity- en su educación y nuestro derecho a decidir qué educación queremos para ellos debe incluir el compromiso de educarlos en un espacio común, compartido con quienes no les dispensan el mismo afecto que nosotros y en el que reciban un contraste real con nuestro modo de vida particular. Pero no. Los gobiernos del PP y Vox promueven o consienten el voto parental para excluir contenidos y actividades del proyecto de la escuela que ellos mismos eligieron, las mesas de los inspectores de Educación se llenan de quejas de padres contra tutores y contra tutoras, por lo que oyen a sus hijos e hijas decir que aquellos dijeron en clase, y tantos y tantas recurren a la escuela concertada huyendo de la diversidad, como si esta no fuera lo mismo que el aire que respiramos, y como si la escuela cristiana pudiera crear espacios ideales para niños nacionales. Ni puede, ni debe (aunque alguna quiera).

Innerarity termina su reflexión diciendo que una relación de paternidad no es una relación de posesión, sino de responsabilidad, porque nadie es de nadie. 

Ahí os quiero ver, tutores y tutoras, defendiendo el espacio de la escuela cuando los padres y madres os pidan que salgáis de su sitio.

Invitadles a seguir buscando una escuela de su gusto. O a echarse al monte, con sus hijos, a ver.


La democracia y la familia, en "La libertad democrática" (Alianza Editorial, Barcelona, 2023), páginas 169 a 171.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La era que vivimos.

Que el tiempo humano se mide en rachas, y no en años, es una evidencia. Pese a ello, muchas personas -en realidad, casi todas-, celebran el comienzo de año nuevo como si se abriera una etapa nueva en su vida, o en la de los demás. Algunos profesores y algunas profesoras, y también directores y directoras, viven el tiempo como una repetición del ciclo septiembre-junio. Siempre igual, siempre lo mismo. Vete tú a hablarles de previsión, y de planes. Yo quiero ser fiel a la realidad, y mido mi vida en rachas. Pese a ello, en cada Nochevieja tomo las uvas y beso a los míos, porque los quiero, y los veo felices.  La racha en la que estoy empezó con la pandemia, en 2020, y no es la mejor de las que he vivido. En realidad, más que una racha, tengo la sensación de estar viviendo una era. No veo su final. Pero estar, está.

En Burgos, Saldaña. ¿Dónde mejor?

¿Os imagináis un Colegio desde el que, con el paisaje de fondo de las torres de la Catedral, enseñen a los niños a vivir y a convivir y a disfrutar aprendiendo, con vocación y profesionalidad de las de enmarcar? Pues eso es el Colegio La Visitación de Nuestra Señora. El Colegio "Saldaña" de toda la vida. En Burgos, claro. El pasado miércoles iba yo hasta allá con la idea de aprovechar la visita para comer unas morcillitas en la capital gastronómica española 2013, y me encontré con cuarenta y tantos profesores empeñados, desde el primer día de clase del año nuevo, en ser mejores profesionales cada día, haciendo de cada alumno el centro de sus preocupaciones. Y con un Equipo Directivo que para sí quisiera el BBVA. Volví a mi casa con las pilas cargadas de ilusión, y con ganas de volver. Por las morcillas, también. Pero sobre todo, por ellos.

Nadie se va a reir

Decía Milan Kundera que la ironía es una forma de conocimiento tan útil como la ciencia. Pero la lectura es este libro de Juan Soto Ivars me ha obligado a darle una vuelta a este asunto, y a pensar en cómo uso la ironía, porque, como dice el autor, la gente no tiene tiempo para pensar en los dobles sentidos ni para valorar contextos. De cuanto he subrayado, me quedo pensando en que la provocación es una de las pocas armas de los que no tienen nada. Y si además la usan con inteligencia, añado, es un arma muy potente. Hago mía la intención de ser un poco más somarda, aunque no sea aragonés, y seguir cuestionando la solemnidad desde la planta baja de la vida, que es donde vivo. Me reafirmo en que a internet no se va a saber más, sino a saber menos, aunque de más cosas, y para tener razón, aunque sea sin razonar. Que la profundidad del conocimiento se busca en los libros, frase a frase, página a página. Y, lo más importante, que tantas y tantas veces, el cachondeo esconde melancolía.