Me gusta la manera en la que Peter Greene describe lo que es enseñar: como pintar la fachada de una casa enorme.
Nunca tienes pintura suficiente. Cuando llegas a alguna parte de la casa, resulta que la madera está estropeada y no se puede pintar directamente. Cada hora llega un supervisor y te pide que bajes de la escalera y le digas por qué no progresas con más rapidez. Algunos días, además, hace un tiempo terrible, y entonces, con todo tu arte, y tus habilidades y tu experiencia, haces lo que puedes. Luego vienen lo que saben más que tú y te dicen que trabajes sin escalera. También vienen los que te cogen parte de tu pintura para asegurarse de que la pintura vale, y tú te quedas sin pintura. Y están también los que se presentan después de haber acabado el trabajo y dicen a los viandantes: "¿Ves lo bien que ha quedado esa parte? Pues es porque se han seguido mis instrucciones". Y están los que, una vez que el trabajo se ha completado, dicen: "Eh, te has dejado ese trozo sin pintar justo ahí, en ese extremo".
Con todo, me gusta enseñar.
Nunca tienes pintura suficiente. Cuando llegas a alguna parte de la casa, resulta que la madera está estropeada y no se puede pintar directamente. Cada hora llega un supervisor y te pide que bajes de la escalera y le digas por qué no progresas con más rapidez. Algunos días, además, hace un tiempo terrible, y entonces, con todo tu arte, y tus habilidades y tu experiencia, haces lo que puedes. Luego vienen lo que saben más que tú y te dicen que trabajes sin escalera. También vienen los que te cogen parte de tu pintura para asegurarse de que la pintura vale, y tú te quedas sin pintura. Y están también los que se presentan después de haber acabado el trabajo y dicen a los viandantes: "¿Ves lo bien que ha quedado esa parte? Pues es porque se han seguido mis instrucciones". Y están los que, una vez que el trabajo se ha completado, dicen: "Eh, te has dejado ese trozo sin pintar justo ahí, en ese extremo".
Con todo, me gusta enseñar.
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