En Geografía, las cosas de las que mejor me acuerdo son aquellas en las que menos memoria he aplicado. Gracias a mi afición al fútbol y a coleccionar cromos recuerdo que Cieza está en Murcia (allí nació Camacho), que Mollerussa está en Lleida (llegaron a jugar en Segunda), que La Carolina está en Jaén (allá hay una peña del Athletic), que Alcázar de San Juan está en Ciudad Real (Manolo Delgado es un bilbaíno que nació allí, y que llegó a ser preparador físico de la selección española), que Andoain está en Gipuzkoa (allí nació Esnaola), que los mejores jugadores franceses, como Tresor, no habían nacido en la Francia continental sino en territorios que tenían que ver con ella, como Guadalupe (era su caso), Martinica o la Guayana Francesa, que Hamburgo (con Keegan fueron un equipazo) es el puerto más importante del norte de Europa, que Goteborg (hicieron historia ganando dos Copas de la UEFA) está en Suecia, que el Turín de Platini y el Milan de Capello representaban en Italia el norte poderoso e industrial y que el Napoli representaba el sur pobre y que nunca ganaba nada, que en la pequeña ciudad de Eindhoven (Holanda) estaba situada la Phillips, multinacional que patrocinaba al PSV campeón de Europa, y muchas cosas más.
El interés por saber de geografía venía del fútbol y el conocimiento venía de los mapas, que yo sacaba de la guantera del erre siete de mi padre, y también, algunas veces, de los libros de Sociales.
¿Por qué no hablamos más de fútbol en la escuela?
El interés por saber de geografía venía del fútbol y el conocimiento venía de los mapas, que yo sacaba de la guantera del erre siete de mi padre, y también, algunas veces, de los libros de Sociales.
¿Por qué no hablamos más de fútbol en la escuela?
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