Decimos muchas veces a los niños en la escuela que los problemas se arreglan hablando, y no a patadas. Lo hacemos porque creemos que "hablando se entiende la gente".
Pero esa es una verdad a medias. A veces, las palabras hacen que la gente se entienda, y otras veces, otras muchas veces, no. Todos los que trabajamos con personas sabemos de la dificultad de entendernos al hablar. Incluso después de que abandonen la sala las que van dispuestas a que el diálogo no avance un milímetro si no se les da la razón o las que van con la misión de que no se apruebe ni el acta de la reunión anterior.
Y por eso, porque hablar es un arte, y no todos lo dominamos, recurrimos en ocasiones a hombres y mujeres cuya competencia es la de facilitar el diálogo entre las demás personas. Ayudan a cuestionar creencias, incluida la creencia de que hablando se entiende la gente, a aparcar prejuicios, a crear complicidades, a ver puntos de encuentro...
Ellos sí son unos verdaderos artistas del hablar y entenderse.
Luego está la política, que es la vida pero en otra dimensión. Y si nuestros alumnos leen el periódico estos días (sí, hay alumnos que leen el periódico) les pasará lo que a muchos como yo: que no entienden cómo pensar en contar con una persona que facilite el diálogo entre los que componen la Mesa de Partidos del Parlament de Catalunya provoca una manifestación de repulsa en Colón.
Y ya verás cómo alguno va.
Pero esa es una verdad a medias. A veces, las palabras hacen que la gente se entienda, y otras veces, otras muchas veces, no. Todos los que trabajamos con personas sabemos de la dificultad de entendernos al hablar. Incluso después de que abandonen la sala las que van dispuestas a que el diálogo no avance un milímetro si no se les da la razón o las que van con la misión de que no se apruebe ni el acta de la reunión anterior.
Y por eso, porque hablar es un arte, y no todos lo dominamos, recurrimos en ocasiones a hombres y mujeres cuya competencia es la de facilitar el diálogo entre las demás personas. Ayudan a cuestionar creencias, incluida la creencia de que hablando se entiende la gente, a aparcar prejuicios, a crear complicidades, a ver puntos de encuentro...
Ellos sí son unos verdaderos artistas del hablar y entenderse.
Luego está la política, que es la vida pero en otra dimensión. Y si nuestros alumnos leen el periódico estos días (sí, hay alumnos que leen el periódico) les pasará lo que a muchos como yo: que no entienden cómo pensar en contar con una persona que facilite el diálogo entre los que componen la Mesa de Partidos del Parlament de Catalunya provoca una manifestación de repulsa en Colón.
Y ya verás cómo alguno va.
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