En algún momento de nuestra vida, y en particular cuando nos asignan una materia nueva a impartir, nos preguntamos "qué hay que enseñar". Los mejores profesionales se lo preguntan al comienzo de cada curso, aunque lleven años impartiendo la misma asignatura.
Buscando la respuesta, a la mayoría se les va la mirada al programa. Ese texto legal que guardamos fotocopiado y grapado. O a su versión popular, que es la programación abreviada. Y a la minoría se les va la mirada a los alumnos, y cuando le preguntan por lo que "hay que dar" contesta con un "espera a ver..."
Buscando la respuesta, a la mayoría se les va la mirada al programa. Ese texto legal que guardamos fotocopiado y grapado. O a su versión popular, que es la programación abreviada. Y a la minoría se les va la mirada a los alumnos, y cuando le preguntan por lo que "hay que dar" contesta con un "espera a ver..."
A la pregunta por ¿qué merece la pena ser enseñado? Reboul contestaba, en 2001, que “merece
la pena ser enseñado todo lo que une y todo lo que libera". Lo que une hace referencia a la integración de los sujetos en su cultura, y en la
cultura universal. Y lo que libera se refiere a su propia capacidad de acción y de toma de decisiones, aquello que les
servirá para ser más autónomos. Y Novoa, en 2011, que “merece
la pena ser enseñado todo lo que hace la vida más digna”.
Ninguna referencia al programa. Ninguna. Seguramente, porque antes de responder habían mirado a los alumnos.
Dice Zabalza, que es quien recoge los testimonios anteriores y de quien estoy aprendiendo un montón en esta Semana Santa, que la cultura escolar se ha construido desde parámetros de erudición o de
fundamentación científica escasamente útiles en la vida cotidiana. Y, en
cambio, muchas de las cosas que nos preocupan en la vida o sobre las que
tenemos que tomar decisiones importantes apenas merecen consideración en la
cultura escolar. Se ha llegado a decir que “la escuela prepara para la escuela”,
o que “la escuela es la escuela de si misma y no una escuela de la vida”. Y, en
no pocas ocasiones, eso es lo que sucede.
La verdad que es difícil encontrar el equilibrio entre la fundamentación científica y lo útil para la vida cotidiana.
ResponderEliminarProbablemente sólo lo útil para la vida cotidiana no sea demasiado útil ni para la vida cotidiana.
Lo mismo que sólo la ciencia tampoco prepare bien para la ciencia.
El chocolate puro es muy bueno, pero en esto de la enseñanza: la vida, la ciencia, la intuición, la inteligencia emocional, los sentimientos, los valores, la tecnología y alguien sabrá cuántas cosas más mezcladas, será lo acertado.